Desplaza

Ya demostramos anteriormente que reconectar con la naturaleza beneficia a los adultos. Sin embargo, lo mismo ahora aplica a los niños. Estudios realizados indican que pasar tiempo en la naturaleza beneficia a los niños tanto física como mentalmente. Los que interactúan con la naturaleza son más felices, están más sanos y se desarrollan mejor que los que no. 

Lo más importante de todo, sin embargo, quizás sea que los niños que pasan tiempo en la naturaleza tendrán más posibilidades de sentir esa conexión con la naturaleza y ser conscientes de la responsabilidad que todos tenemos con el medioambiente, además de entender mejor cuestiones relacionadas con la conservación en general. Educar a los niños para que crezcan siendo conscientes de la naturaleza no solo los beneficia a ellos y a ti. A largo plazo, puede acabar ayudando al planeta.

La naturaleza está en todas partes
Empecemos por lo más obvio: pasar tiempo en la naturaleza ayudará a los niños a conectar con ella. Dependiendo de dónde vivas, eso no tendrá que implicar una excursión a la gran madre naturaleza ni a un parque local. De hecho, puede ser tan sencillo como observar a las hormigas en tu propio jardín, regar las plantas del balcón o identificar las plantas más resistentes que crecen por entre las grietas del pavimento.

No tienes ni que salir de casa (aunque no hay duda de que salir a tomar el aire y hacer un poco de ejercicio es siempre una muy buena idea). Desde la comodidad que te proporciona el hogar podrás llevar un diario estacional de todos los cambios que vayas observando en el árbol que ves desde tu ventana, realizar un experimento con hielo en el alféizar de tu ventana durante el invierno o prestar atención a las arañas que viven en los rincones de tu salón.

Ensúciate las manos
Saltar en charcos, sentir las salpicaduras de barro entre los dedos de los pies y escuchar el sonido que producen las hojas secas de los árboles cuando ruedas por encima de ellas son maneras de contribuir a pasárselo bien estando en la naturaleza. Llevar a cabo todas estas y muchas otras actividades no solo hará que el tiempo que pases entre la naturaleza te parezca más especial, sino que además permitirá que los más pequeños exploren la tierra, sus plantas, rocas y criaturas de manera más sensorial e intuitiva. Ese tiempo que pasemos rodeados por la naturaleza también llevará inevitablemente a arrastrar contigo trocitos de la naturaleza y a entrarlos dentro de tu casa, así que prepárate porque tu casa se va a ‘ensuciar’ un poquito. No hay excursión a la playa, al parque o al río que pueda considerarse completa si no terminas con una colección de conchas, palos y rocas en el bolsillo cuando llegas a casa, así que crea un espacio donde puedas exponerlas como si fueran los tesoros que realmente son (aunque al principio puedan parecerte residuos).

Juega
Como todos los que tienen niños más pequeños o más mayores ya saben, la mejor manera de conseguir que los niños hagan algo es convirtiéndolo en un juego. Esto podría significar tener que planificar una caza del tesoro, organizar juegos educativos en la naturaleza o unirse a un grupo de juegos al aire libre. Sin embargo, también puede ser tan sencillo como seguir a los niños y dejarlos que ellos mismos se inventen los juegos a los que ellos deseen jugar. Puntos extras a todos los adultos que se impliquen y deseen ensuciarse las manos como los pequeños.

Empieza joven y continúa aprendiendo
Animar a los niños a observar la naturaleza y sacar sus propias conclusiones es una muy buena manera de afilar sus instintos científicos. No hay niño demasiado pequeño para esto, así que llévalos lo antes posible a espacios naturales, deja que se rodeen de materias, plantas y animales desde bien pequeños, explícales qué están viendo (o masticando) y, entonces, hazles preguntas o deja que ellos pregunten una vez puedan comunicarse verbalmente. Cuando estas técnicas no asistidas llegan a su límite, será el momento de sacarte del bolsillo el carné de la biblioteca y navegar por internet para aprender todavía más cosas. Toma nota de todas las preguntas que surjan durante las excursiones en familia y busquen las respuestas juntos cuando vuelvan a casa.

Experimenta
La naturaleza y la ciencia van de la mano. Una vez los niños estén preparados, ya podrás introducirlos a un enfoque más sistemático que les pueda ayudar a interactuar con la naturaleza. Escoge un tema que ya les interese y enséñales a observar el fenómeno en cuestión, a predecir lo que sucederá a continuación, a comprobar si esas predicciones son correctas y a registrar y comunicar los resultados debidamente. Existen incontables libros y otros recursos en línea que te ayudarán a encontrar un experimento que despierte su interés.

Ponte creativo
Claro, la ciencia no es la única lente por la que puedes mirar a la naturaleza. Deja que tus hijos exploren su dimensión más creativa, animándolos a dibujar o pintar lo que vean en la naturaleza. Con la Madre Naturaleza como su musa, podrán dar rienda suelta a su imaginación y descubrir una manera totalmente diferente de ver el mundo que los rodea.

Come lo que encuentres
Disfrutar de un picnic en el parque es una muy buena manera de empezar. A continuación, sin embargo, deberás dar un paso más e incluir en el picnic alimentos que vosotros mismos hayáis cultivado y preparado. Si no estás seguro de lo que puede ofrecerte la despensa de la naturaleza, consulta un libro o participa en una visita guiada de cultivos. Esto no solo ayudará a los niños a conectar con la naturaleza, sino que además también les permitirá crear una relación más saludable con una amplia variedad de alimentos locales.

Sumérgete
No tienes que viajar a un espacio natural remoto para entrar en contacto con la naturaleza, aunque si lo hicieras tampoco sería ningún problema. Una vez hayas establecido contacto por primera vez, sigue atreviéndote a salir de tu zona de confort. Empieza pasando un fin de semana en un camping y, quizás, al cabo de un tiempo, te sientas preparado para realizar una acampada libre en un parque nacional. Empieza con una excursión de senderismo de un día y, quién sabe, al cabo de un tiempo quizá puedas intentar una excursión de larga distancia. Si no estás lo suficientemente equipado para realizar acampadas libres, pero en cambio sí que te gustaría que tus hijos aprendieran esas habilidades que a ti nunca te enseñaron, apúntalos a unas colonias de verano o a un club juvenil orientado a las actividades al aire libre, o bien participa en una visita en grupo donde enseñen a toda la familia.

Conoce a algunos amigos peludos
Los animales son la manera más fácil de conquistar a los niños y dar rienda suelta a su imaginación. Sin embargo, tener una mascota e ir al zoológico no son las únicas maneras de dejar que los niños interactúen con los animales Si, por otro lado, ya has descartado esas opciones por razones éticas o prácticas, no te preocupes porque hay otras posibilidades que permitirán que los niños aprendan a respetar y a responsabilizarse de otros seres vivos. Dependiendo de dónde vivas, podrías optar por realizar estancias en granjas o visitar un santuario animal, hacer de voluntario en un refugio para animales o simplemente observar, alimentar e interactuar con animales salvajes en maneras apropiadas.

Celebra las estaciones
Todas las sociedades humanas han celebrado el cambio de estación de un modo u otro, y así continúan haciéndolo. Aunque muchas de estas tradiciones toman forma de rituales religiosos, también puedes darle la bienvenida a la primavera recogiendo flores silvestres, hablando acerca de las nuevas crías o plantando semillas en tu jardín, balcón o alféizar de tu ventana. El invierno, por otro lado, puede celebrarse construyendo comederos para pájaros, experimentando con el hielo y la nieve, u observando el cielo invernal una noche fría de cielo claro y despejado, cuando las estrellas son más visibles.


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