Desplaza

El nombre Grain & Knot ya cuenta una historia por sí solo, como cualquier obra elaborada por su carpintera, Sophie Sellu. 

El grano, que hace que un objeto de madera sea tan táctil, y los nudos, que hacen que cada pieza sea única y diferente, son dos vías de conexión directa con la historia del árbol del cual proviene la materia prima de la obra en cuestión, además de también ser dos factores claves que determinan la forma que adquirirá dicha obra. 

“Con una materia prima natural, existen muchos factores”, nos cuenta. “Tengo que sortear grietas, nudos y puntos del grano que son realmente duros. A veces la madera dicta lo que será aquello en lo que se convertirá, especialmente cuando una sección en concreto de la misma es totalmente inutilizable. Pero entonces también me da a mí una idea del objeto que puedo crear y me permite asegurarme de encontrar la madera que mejor se le adapte. Ir encontrando las piezas que se adaptan a la idea es un proceso especialmente bonito”.

Tengo que sortear grietas, nudos y puntos del grano que son realmente duros. A veces la madera dicta lo que será aquello en lo que se convertirá, especialmente cuando una sección en concreto de la misma es totalmente inutilizable. Pero entonces también me da a mí una idea del objeto que puedo crear y me permite asegurarme de encontrar la madera que mejor se le adapte. Ir encontrando las piezas que se adaptan a la idea es un proceso especialmente bonito.

La naturaleza del trabajo

Cuando cada temporada la artista afincada en Londres actualiza su página web, sus productos suelen venderse en menos de una hora. Esto también forma parte de la historia que ella misma desea contar: “Está muy bien que la gente realmente haya pensado en el hecho de que deseaban una de mis obras y, al mismo tiempo, sepan esperar a que esté hecha. Los árboles han existido siempre. La madera que yo uso lleva muchos años creciendo, y se tarda tanto en crear algo a partir de ella, que me gusta que cada obra sea para siempre”. 

Cuando empezó, Sellu entraba en un bosque para encontrar madera con la que trabajar. Hoy, en cambio, dispone de fuentes de abastecimiento diferentes, desde un almacén de recuperación y reciclaje de madera a un bosque de Kent gestionado por una familia que le da preferencia a la hora de escoger árboles dañados por tormentas, peligrosos, podridos o enfermos. Para Sellu, “es un alivio saber que los árboles no se talan sin motivo”. A lo que uno podría añadir que todavía es más alivio saber que, en manos de una persona que respeta el valor de estas materias primas naturales, a los árboles se les da una ‘segunda vida’ como preciosos objetos de interiorismo. 

“Me he convertido en un poco acaparadora cuando se trata de madera”, admite Sellu. “Me encanta el hecho de que, aun siendo del mismo árbol, cada trozo de madera pueda ser completamente diferente. Es muy emocionante cuando cortas un tronco y ves cómo es por dentro. Tengo una pila de maderas que son tan bonitas que todavía no me atrevo a crear nada con ellas. Quizás es que todavía no se me ha ocurrido qué crear con ellas exactamente”.

¿Arte o artesanía?

Dado que su obra (principalmente jarrones, cuencos y escobas elevados a la categoría de ‘objetos artísticos’) nace en la intersección entre el arte y la artesanía, Sellu ve difícil describirse a sí misma, “porque también depende de la manera en que te perciben los demás. Algunas personas podrían decir que no soy una artista, sino que soy una artesana. Yo suelo decir que soy una carpintera, y eso ya cubre todos los aspectos”. 

Sin embargo, a medida que su obra ha ido evolucionando, también lo ha hecho la visión que ella tiene de sí misma: “Durante el último año, más o menos, me he visto más como artista, principalmente porque he creado más esculturas. Creo que lo más probable es que cualquiera que cree obras utilitarias, objetos que se elaboran para ser utilizados, reciba el nombre de artesano. Al mismo tiempo, un artista también puede crear igualmente una pieza funcional”.

Este estatus de ‘en tierra de nadie’ puede incluso reseguirse hasta los orígenes de Sellu y el camino poco convencional que tomó para llegar a ejercer la carpintería. Estudió interiorismo en la Manchester School of Art, donde acabó sus estudios en 2009, en medio de una recesión global. “Era un momento muy difícil para graduarse, así que nos animaron a transitar un camino diferente, y yo decidí especializarme un poco más en algo que realmente me gustara hacer”.

“Empecé a asistir a varios talleres de un día, donde me ensucié las manos aprendiendo cosas nuevas. Por ejemplo, realicé un taller de serigrafía, otro de aprender a tejer y aún otro más de joyería. Estuvo muy bien conocer de cerca los espacios de trabajo de otras personas, porque no era algo que hubiera considerado hacer antes. El que más me sorprendió fue el taller que visitamos en el bosque, donde aprendimos a esculpir cucharas. ¡Me encantó! Estar físicamente en el bosque fue como una huida, algo que me atrajo instantáneamente”.

“El taller se celebró un sábado y el domingo conduje hasta una tienda y compré todas las herramientas y todo lo que necesitaba. Jamás me propuse que esta fuera mi carrera profesional, sino que simplemente era algo que me encantaba hacer. Llevaba menos de un año esculpiendo cuando un colega me sugirió que fuera a hablar con el Prince’s Trust. Solicité inscribirme en su programa y me admitieron, lo que me dio muchos ánimos. Saber que tenía a alguien cubriéndome las espaldas fue un paso muy positivo”.

Exponer y vender

Sellu combinó este tradicional apoyo que le prestó una sociedad sin ánimo de lucro con una estrategia de distribución que, en aquellos momentos, era totalmente innovadora. Vender sus obras por Instagram fue una apuesta arriesgada, pero dio resultado: “Quería crear una cuenta de Instagram solo para documentar mi progreso. La verdad es que no pensé mucho en eso, pero funcionó entonces y continúa funcionando hoy”. 

El negocio creció y pasó de Instagram a insta-ventas y a lanzar una página web, …y entonces nos golpeó la pandemia. Tras ofrecer los accesorios perfectos para el autoconfinamiento y el autoaislamiento, Sallu experimentó un claro ‘efecto COVID’: “Puede sonar un poco raro, pero la verdad es que el año 2020 fue mi mejor año de ventas hasta el momento”.

“Las ventas ya iban al alza igualmente. Pero entonces, tan pronto como la gente se encerró en casa, muchos se dieron cuenta de que había cosas que les podían ayudar a mejorar sus vidas. Mis obras elevaron la experiencia cotidiana, ya fuera a la hora de cocinar con una preciosa cuchara o bien barriendo las migas de pan con una escoba de madera. ¿Por qué tienen que ser objetos básicos? ¿Por qué no pueden ser objetos realmente bonitos? Creo que mucha gente pensó lo mismo cuando se sintieron atrapados en sus casas durante el confinamiento, intentando disfrutar de las cosas más sencillas”. 

“De nuevo, es una combinación de lo tradicional (ese anhelo por lo natural y lo bonito cuando estamos encerrados en casa) y lo moderno, especialmente en aquel momento en que la gente se pasaba más tiempo conectada a Internet y tenían más tiempo para comprar cosas online”.

Durante un período en el que las conexiones digitales se convirtieron en un balón de oxígeno, Grain & Knot introdujo el mundo natural, una experiencia real, en los hogares de la gente… cosa que continúa haciendo hoy: “Estamos tan rodeados de pantallas, de cosas planas y electrónicas, y en cambio yo soy una persona muy táctil, siempre lo he sido, desde niña. Siempre he tocado las cosas. Quiero saber qué tacto tienen”. 

Ahora está claro que muchos otros sienten lo mismo, así que si tienes la posibilidad de comprar una obra de Grain & Knot, asegúrate de ver en Internet cuando aparezca la colección de la próxima temporada.

[Foto de la artista: Mariell Lind Hansen]


No hay comentarios

Lo sentimos, los comentarios están bloqueados por el momento.


Artículos Relacionados