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Los vinos rosados son mucho más que un mero y precioso color rosa; de hecho, durante la última década han mejorado espectacularmente. Lejos de ser ridiculizados por su dulzor azucarado y por ser el objetivo principal de los devoradores de vinos de la estantería de debajo en los supermercados, las raíces y la versatilidad de los vinos rosados se han ganado un nuevo protagonismo y el derecho a ocupar un lugar privilegiado en nuestras vacaciones bajo el sol.

Muchos platos mediterráneos han evolucionado junto al vino rosado, a la vez que la cocina internacional se ha decantado recientemente por maridajes con desde los rosados espumosos a los más secos o semidulces. De hecho, la amplia variedad de vinos rosados que existe hoy en día ya nos muestra que beber este vino sea un sofisticado ejercicio gourmet. 

Ensalada Niçoise

Seco y de color asalmonado, el rosado Côtes de Provence, con su suspiro de fresas, sal marina y estragón, ha encontrado su maridaje regional perfecto: la famosa (y saludable) ensalada niçoise.

El vino en sí es como un soplo de aire fresco del mar, así que resultará imprescindible no masacrarlo con sabores excesivamente complejos o salsas demasiado fuertes. Por eso, una ensalada niçoise es la compañera perfecta, con su mezcolanza de verduras crujientes, judías, tomates cherry, alcaparras y aceitunas, y con atún de lata o asado a la parrilla esparcido por encima, y alguna que otra anchoa por aquí o por allá para acabar de darle ese toque tan especial que la caracteriza. Añádele las papas cortadas a dados y un huevo duro y ya tienes una comida más que completa. El vino es tan nítido y fresco que realmente contribuye a que la ensalada hable por sí sola. Además, mientras que el largo acabado mineral de este rosado hace relucir los sabores provenzales de las aceitunas marinadas, las alcaparras y las anchoas, pero sin entrometerse en el paladar, los elementos salados de la ensalada acentúan el gusto afrutado del vino.

[Foto: cyclonebill/Flickr]

Costillas al estilo Kansas City

El primer instinto podría ser maridar una barbacoa dulce y ahumada con un vino tinto igualmente ahumado. Y no vas mal encaminado del todo, aunque la verdad es que sería mucho mejor si el vino se sirve bien frío. Por eso, un rosado con un color fuerte y un aroma atrevido, con un cuerpo bien estructurado, toques de auténtica exuberancia, y un perfil más bien alejado de la dulzura, como por ejemplo el Tavel (Côtes du Rhône), sería el contrapunto ideal a estas costillas chamuscadas o sobreasadas a la parrilla. Empieza a realizar los aliños con especias marinadas en tu salsa favorita al estilo Kansas por la noche, antes de asar y hornear al punto.

Cóctel de camarones

Este favorito de todos los tiempos es un plato que últimamente ha quedado injustamente relegado a los clubes de bridge de los abuelos o a las fiestas de los clubes de country. El delicado aroma de los camarones frescas al vapor, aliñados con limón y un toque dulce de salsa de cóctel, profiere no obstante un sabor innegable y una sensación textural que sin duda alguna se merece el vino adecuado.  

Un Tavel, u otra variedad de rosado seco o bien afrutado y de color rosa acentuado, o un Rosato italiano de la Puglia, podría ser el compañero perfecto gracias a su toque mineral de sal marina capaz de aportar una frescura especial a los camarones.  

Albóndigas de cordero

El cordero y el Syrah son una combinación firmada en el cielo. Los rosados de uva Syrah (o Shiraz), especialmente las ardientes y soleadas variedades de California o Australia, aportan la misma suculenta dosis de calor y confort tan típica de la fruta, y permiten modificar el sabor del cordero a la vez que complementan las mezclas de especias de comino, canela, pimienta inglesa y pimienta negra tan típicas de Marruecos o Turquía. El perejil y la menta fresca cobran su máximo sabor solo con el maridaje de vino correcto. Si tienes pensado servir un rosado, o cualquier otro vino, en combinación con este plato, vigila sobre todo la salsa de yogur; ya que la receta original estaba pensada para servirse con té, ayran de yogur o un sorbete otomano de zumo de frutas, y no con vino.

Crema de almejas Manhattan

Otro gran maridaje para los vinos rosados en la categoría más oscura y carnosa sería esta crema de almejas Manhattan. A diferencia de la sopa cremosa estilo Nueva Inglaterra, la crema de almejas Manhattan es más ligera, tiene una base de tomate y es ideal para una comida de verano. Aunque la sopa en sí da una sensación de ser más ligera, contiene un alto contenido de hierbas aromáticas como el laurel y el tomillo, y esconde un regusto de tocineta importante. Por eso, el rosado ideal tendrá que ser lo suficientemente seco como para crear un equilibrio nítido y suave, con un acabado capaz de fundir todos esos sabores de la sopa con la máxima delicadeza. 

Caldeirada

De manera parecida a la receta de la sopa de almejas Manhattan, esta tradicional sopa portuguesa combina el pescado o el marisco en una base de tomate y verduras, a la que después añade una saludable cantidad de azafrán terroso y paprika picantes. Combina dos tipos de mariscos para conseguir una mayor profundidad de sabor, y degústalo todo con un rosado portugués de cuerpo ligero a medio para gozar de una experiencia inolvidable.

Bouillabaisse

Siguiendo esta rica línea de deliciosas y sabrosas sopas y estofados de pescado, no hay nada como un rosado para expresar el más profundo significado gastronómico de la bouillabaisse. Nacida en Marsella, la bouillabaisse encapsula la historia de la cocina provenzal con los profundos sabores de sus caldos de pescado y su esencial mezcla de hierbas provenzales de tomillo, laurel e incluso la lavanda y los cítricos. Tradicionalmente combina un mínimo de tres tipos diferentes de marisco, incluido un pescado entero fileteado en porciones, crustáceos y pulpo y/o calamar, y se sirve con una rodaja de pan de baguette tostada y untada en rouille, una mayonesa de azafrán y ajo parecida al alioli.

[Foto: NwongPR/Flickr]

Spaghetti alla Pescatora

Los spaghetti alla pescatora, es decir los espagueti a la esposa del pescador, también conocidos simplemente como la pescatore (el pescador), son todo un clásico de las trattorias de las localidades costeras. La salsa también es perfecta para el risotto, aunque se asienta mejor y de manera más ligera con la pasta en un día de verano. Este plato del sur de Italia combina las gambas, los calamares, las almejas y los mejillones, todo ello salteado con ajo, pimiento rojo y un chorrito de vino blanco. El plato se termina con un puñado de tomates ciruela y un toque de perejil. Es muy fácil de preparar, pero la clave será que los ingredientes sean siempre frescos.

Pizza de pepperoni

Lleva la crujiente pizza con queso y su fogosa dosis de pepperoni (es decir, un tipo de salami picante a la americana) a toda otra dimensión en compañía de un espumoso rosado como el Cava o el Crémant. ¡O incluso champaña si te sientes sofisticado! El espumoso, como también la cerveza, son perfectos para dosificar todos los ingredientes de la pizza, a la vez que les permite revelar sus auténticos sabores. La acidez brillante y el acabado mineral de los clásicos espumosos resultan ideales tanto para limpiar el paladar como para ensalzar los sabores. Los placeres culpables jamás habían sido tan gourmet. 

Torta de queso de fresas

¿Vas por el postre? Plantéate un rosado ligeramente más dulce para tu torta de queso de fresas (o moras). Densa y cremosa, con una corteza de galleta deliciosa y crujiente, incluso las notas afrutadas más sutiles y los aromas más delicados del rosado se compaginarán a la perfección con esta torta. Experimenta también con otras combinaciones de frutas y otros estilos de rosados hasta que des con tu maridaje preferido. Lo esencial es encontrar el equilibrio perfecto de dulzor y acidez. Un exceso de cualquiera de los dos podría confundir al paladar. Prueba también una receta de ricotta, si prefieres algo con menos azúcar.


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