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Es febrero y ya sabes lo que eso significa: que incluso en estos tiempos insólitos que estamos viviendo, las semanas previas a San Valentín están llenas de estrenos de romances, y eso incluye una buena dosis de comedias románticas. Tanto si las miras solo o con tu(s) ser(es) más querido(s), estas películas tienen la capacidad suficiente de ablandar los corazones románticos en aquellos momentos en que el mundo se ha vuelto un poco más duro de lo normal.

Tradicionalmente, las comedias románticas contienen esas situaciones con las que todos estamos ya sobradamente familiarizados y en las que dos personas que viven unas vidas tan ideales como imposibles se conocen y enamoran, normalmente con algún obstáculo por medio que deberán superar. Este tipo de películas siguen haciéndose y divirtiéndonos. Sin embargo, decir que el género no ha evolucionado no sería tampoco cierto. Con el paso de los años, los cineastas han ido modificando el molde para reflejar mejor nuestra manera de vivir hoy en día.

Pero, ¿cómo es posible actualizar esa fórmula sin que pierda su magia?

Hablemos de sexo

Este es uno de los mayores tabúes de la gran pantalla: las historias y las representaciones de sexo. Meg Ryan generó un auténtico escándalo a principios de los 90 cuando simuló un orgasmo en pleno restaurante en When Harry met Sally. Pero si nos fijamos en los estándares de hoy, la escena cómica ha quedado en nada, ya que tanto los estudios cinematográficos como la audiencia se muestran hoy mucho más abiertos a la dimensión física de las relaciones. 

Aunque se trata más de una película de adolescentes que no de una comedia romántica, American Pie (1999) se hizo famosa por satirizar los malentendidos de los adolescentes con el sexo, haciéndonos reír con las desventuras de un grupo de jóvenes. Con el paso del tiempo, películas como Friends with Benefits y No Strings Attached (2011), en las que una pareja acuerda dormir juntos sin vínculos emocionales, han ido abriendo la puerta a las actitudes en el dormitorio. Knocked Up (2007) y Obvious Child (2014) exploraron las complicaciones que pueden surgir a raíz de esas relaciones exentas de vínculos emocionales, mientras que Trainwreck (2015) nos mostró a Amy Schumer navegando por las siempre extrañas (y divertidas) experiencias sexuales de la vida moderna de los solteros.

En lugar de juzgar, estas películas desmontan el estigma del gozo sexual, especialmente en el caso de personajes femeninos. Sex and the City, por otro lado, puede que no haya envejecido demasiado bien en algunos aspectos. Pero tanto la serie televisiva como los subsiguientes largometrajes contribuyeron a normalizar las representaciones de la sexualidad femenina hasta el punto de permitirnos afirmar que abrieron el camino por el cual después transitaron películas como Easy A (2010), en la que Emma Stone reta las percepciones de promiscuidad cuando una joven estudiante de instituto se enfrenta a las etiquetas que se le cuelgan después que empiecen a circular lascivos rumores sobre ella. 

Si el cine nos suele ofrecer algunas de las primeras lecciones de la vida, especialmente por lo que respecta al romance y las relaciones amorosas, la evolución de las comedias románticas, en concreto ahora que han acabado ensayando un debate más abierto (y humorístico) sobre el sexo, puede influir de manera palpable en nuestra cultura social en el sentido amplio del término.

La perspectiva femenina

La sexualidad femenina no es el único tema que exploran las comedias románticas. Los personajes femeninos en general son ahora más complejos y multidimensionales. En vez de simplemente vivir esperando que se les aparezca el hombre de su vida, las heroínas del cine moderno se muestran activas a la hora de dar forma a sus propias historias en muchos aspectos diferentes, incluidas las relaciones amorosas. 

La película Clueless (1995) fue elogiada por su protagonista Cher (Alicia Silverstone), un personaje más preocupado por su mejora personal que por las relaciones amorosas; y que aunque sí mantiene vínculos amorosos, estos no intervienen con cómo es ella como persona. Del mismo modo, el papel principal de Julia Stiles en 10 Things I Hate About You (1999) evita cualquier estereotipo de chico loco adolescente en favor de una actuación apasionada y fogosa con la que sus espectadores se siguen identificando a día de hoy.

Durante los últimos 10 años hemos visto películas (como por ejemplo This Means War de 2011) que exploran la presión que sufren muchas mujeres con relación al matrimonio, la amistad y sus carreras profesionales. Éxitos recientes como Crazy Rich Asians (2018) se centra tanto en las diferencias culturales como en el desequilibrio de poder en relaciones en las que uno de los miembros de la pareja provienes de una familia más privilegiada. Amy Schumer, en I Feel Pretty (2018), abordó el problema de la autoseguridad corporal con relación a varios temas, incluido el amor. Este tipo de matiz va más allá de la típica fórmula ‘chico conoce a chica’ y muestra por qué y cómo los líos románticos pueden impactar tan duramente en nuestras vidas. Aunque pertenece más al género dramático que al de la comedia, la excelente película de 2019 The Sun Is Also a Star explora el amor desde el punto de vista de una joven estudiante (Yara Shahidi) que conoce a su pareja perfecta el mismo día que intenta salvar a su familia de ser deportada.   

La vida y el amor son complejos, como también lo somos las personas. A medida que la comedia romántica ha madurado, también lo han hecho sus representaciones de la mujer y de las experiencias femeninas.

Citas en la era digital

Todos hemos leído esos artículos que argumentan que ciertas tramas cinematográficas del pasado ya no tendrían sentido alguno en el mundo actual. Las comedias románticas no son ninguna excepción, especialmente ahora que la tecnología móvil en concreto ha dejado buena parte de las técnicas de citas tradicionales obsoletas. Los cineastas han intentado mantenerse al día con estas innovaciones, que pueden percibirse como en pleno proceso de aceleración con el cambio de milenio. Tom Hanks y Meg Ryan, por ejemplo, representaron el papel de dos rivales de negocios que acaban enamorándose por correo electrónico y salones de chat online en You’ve Got Mail (1998), una comedia que acoge esta ‘nueva’  tecnología en un momento en que el mundo aceleraba rápidamente su conversión a su nueva dimensión online.

Cuanto más online empezamos a vivir nuestras vidas, más rápidamente algunas comedias románticas empezaron también a quedarse anticuadas. A pesar de estrenarse en 2004, Little Black Book ya da la sensación de pertenecer a otra época, especialmente debido a una trama que gira alrededor de una protagonista principal, Brittany Murphy, que va repasando la agenda personal Palm Pilot de su novio (para los más jóvenes, este era un tipo de agenda personal que gozó de gran popularidad antes de la era de los smartphones). 

A medida que fue pasando el tiempo, el Internet se fue convirtiendo en parte esencial de la mayoría de historias, a la vez que también perdió centralidad en las tramas. Bridget Jones’s Baby (2016) nos mostró cómo Renee Zellweger cambiaba un diario personal de papel por un iPad, mientras que en otras películas como The Holiday (2006) y Must Love Dogs (2005) algunos sitios web empezaron a formar parte integral de las vidas amorosas de los protagonistas.

Aunque la película Her (2013) de Spike Jonze es de todo menos alegre y ligera, es una comedia romántica diferente que teoriza sobre el impacto que el imparable avance de la innovación podría tener en nuestras relaciones en el futuro. La historia transcurre a través de la percepción de Theodore (Joaquin Phoenix), que se enamora de la voz sin cuerpo de su asistenta personal digital (Scarlett Johansson).

Corazones orgullosos

Una de las recientes evoluciones de este género ha sido la presencia de más comedias románticas LGBTQ en el cine para los grandes públicos. Históricamente hablando, un personaje gay sería poco más que un personaje secundario del que veríamos poca cosa con relación a su desarrollo y motivaciones propias. Explicar historias de amor desde la perspectiva gay ha sido, por lo general, un enfoque propio de la televisión y el cine independientes, como mínimo hasta que en 2018 se estrenara Love, Simon, la primera película con la que uno de los principales estudios de Hollywood rompía los moldes al presentarnos una historia de amor homosexual en un instituto. 

Lo que ese título aparentemente complicado significa es que, durante años, los adolescentes LGBTQ+ a duras penas pudieron verse representados en la gran pantalla, y menos todavía como centro de toda la acción. Aunque por un lado Love, Simon narra una historia de amor adolescente, con la que todos estamos familiarizados, por el otro lo hace de manera impactante por el simple hecho de que, esta vez, la historia la cuenta una voz diferente. Asimismo, durante las vacaciones de 2020, Happiest Season llamó la atención por ser la primera película navideña en centrarse en un romance entre dos personas del mismo sexo. Su directora, Clea DuVall, partió de sus propias experiencias para contar esta historia acerca de una mujer que lucha para declarar su homosexualidad ante su familia excepcionalmente conservadora durante las vacaciones de Navidad. Aunque sigue tratándose de un pequeño grupo de títulos en comparación con la más que extensa filmografía de comedias románticas heterosexuales, destaca el impacto que las audiencias están teniendo a la hora de exigir una mayor diversidad en los medios de comunicación. Mientras que antes los jefes de las grandes productoras veían las historias LGBTQ+ como polémicas, hoy en día se están dando pequeños pasos para representar el amor desde todas las perspectivas. 

No hay duda alguna de que no hay nada malo con que dos personajes salgan de su trabajo muy bien remunerado, se encuentren por casualidad en el metro y se lancen a vivir una historia de amor que los lleve a ser felices y comer perdices para siempre. No Sin embargo, la película es un medio infinitamente maleable y, al adaptar y cambiar la manera en que estos romances tienen lugar, el género de la comedia romántica ha sido capaz de ofrecer el lenguaje universal del amor a un mayor número de personas.


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