¿Qué pasó después? El arte de los finales ambiguos
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Como espectadores, estamos acostumbrados a las películas con finales claros en los que antes de acabarse las palomitas, ya no queda ningún cabo suelto. No obstante, algunas de las películas más famosas de todos los tiempos nos han dejado con más preguntas que respuestas. ¿Sobrevivió el héroe? ¿Fue todo un sueño? ¿Qué se dijo al final? Aquí están nuestros finales favoritos, junto con las mejores y peores teorías sobre lo que realmente pasó al final… Advertencia: ¡spoilers a continuación!
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Blade Runner (1982)- El debate eterno de la historia del cine: ¿era Richard Deckard (Harrison Ford) un androide? Hay argumentos a favor y en contra, dependiendo de la versión que hayas visto, ya que la versión ‘director’s cut’ de 1989 incluye la secuencia de un sueño que introdujo por primera vez la teoría. Incluso los cineastas están en desacuerdo: Ford dijo que era humano, mientras que el director Ridley Scott dijo que era un androide. La reciente secuela, Blade Runner: 2049, no ofrece solución al debate, aparte de un Deckard más viejo que afirma: “Yo sé lo que es real”. Sin importar tu opinión, la ambigüedad se ha convertido en parte del legado de la película, lo que significa que el mensaje puede ser diferente dependiendo de la teoría de cada uno.
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El Origen (2011)- Al igual que la trama, el final de la película de ciencia ficción de Christopher Nolan es todo menos clara. Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) regresa con sus hijos después de sus aventuras en el mundo de los sueños. En la última escena se puede ver un trompo, que es el tótem que utiliza para saber si se encuentra en la realidad o en un sueño. El trompo gira, indicando que todo es un sueño, pero entonces se tambalea indicando lo contrario, antes de que, para frustración de todos, la pantalla se vuelva negra. El mismo Nolan ha afirmado que el final lo deciden los espectadores, y que cada uno podría elegir el mismo dependiendo de si le gustan los finales felices o los giros oscuros.
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Thelma y Louise (1991)- Aquí estamos haciendo un poquito de trampa. El clásico feminista sí parece tener un final claro, cuando las dos protagonistas conducen su vehículo hasta el borde de un precipicio después de haber esquivado a la policía. Sin embargo, en ningún momento las vemos morir, ya que todo lo que el espectador ve es la imagen congelada del vehículo precipitándose al abismo. Tendrías que ser realmente optimista para creer que las mujeres sobreviven y creer que un final alternativo nos muestra cómo se estrella el carro. Pero ese no es el final. Después de seguir a las dos amigas por su alborotado viaje en carretera, es más reconfortante pensar que el accidente quizás no es mortal, o al menos no verlas encontrarse con su perdición.
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Faena a la italiana (1969)- Y hablando de abismos…. Este es uno de esos pocos casos en que una película termina, literalmente, colgando de un precipicio. Este hit británico de la década de los 60´s termina con Michael Caine conduciendo con el oro robado a través de una ruta que va de Italia a Suiza. No obstante, el coche patina y los deja colgando de un abismo, con los protagonistas y el oro balanceándose uno en cada uno de los extremos. Al protagonista (Caine) se le ocurre una idea: “Esperen un minuto, muchachos. Tengo una idea”, pero nadie le oye decirla. Este final ha cautivado la imaginación de sus fans durante años, hasta el punto de inspirar una competencia organizada por la Royal Society of Chemistry cuyo objetivo es inventar un final para la película.
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La Dolce Vita (1960)- Casi todo lo relacionado con este clásico italiano del cine desafía cualquier intento de categorizarlo. La película, que nos muestra el viaje de un periodista a través de la sociedad de Roma en busca de belleza y pasión, muestra tal nivel de determinación para evitar las convenciones que incluso la trama goza de varias interpretaciones. Esto también afecta al final, rodado en una playa y en el que el protagonista y una mujer intentan comunicarse desde diferentes extremos de la orilla. Algunos han dado un matiz religioso a la escena, mientras que otros simplemente han disfrutado del final perfecto de una película que se resiste a las explicaciones.
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Lost In Translation (2003)- “El susurro” al final de la película de Sofia Coppola es un misterio con el que se ha simbolizado la ambigüedad que rodea la película. Sea lo que fuere que susurrara, el futuro más allá del momento es el aspecto más intrigante de la escena. Si este romance acaba siendo una breve aventura o los protagonistas la retoman una vez que vuelven a su país, es algo que tu imaginación deberá decidir. La naturaleza de final abierto de la película de Coppola es exactamente lo que hace que la historia sea tan bonita. La pasión se desliza entre líneas por todo aquello que jamás llega a decirse. Ni a oírse.
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Whiplash: Música y Obsesión (2014)- El significado del ansioso drama de Damien Chazelle es más ambiguo que los eventos. Tras sacrificar cuerpo y alma para alcanzar la excelencia musical, el diabólico profesor de música Terence Fletcher (JK Simmons) ofrece una breve aprobación a Andrew (Miles Teller), el joven baterista al que se ha pasado 90 minutos destrozando psicológicamente. ¿Fue este el final feliz en el que los métodos del profesor quedan justificados, o volverá a entrar Andrew en una espiral de maltrato? Existen muchas teorías; algunas dicen que el mismo Chazelle revela tener una ‘visión muy oscura’ de cómo acabará la vida de Andrew después de la película.
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Amor (2012)- Del odio más amargo al amor más puro. Si la has visto, es posible que te haya sido difícil poder ver el final a través de un mar de lágrimas. Esta conmovedora película termina con uno de sus protagonistas, Georges (Jean-Louis Trintignant), con el corazón partido y abandonando el apartamento que compartía con su querida esposa Anne (Emmanuelle Riva) tras la muerte de esta. Y por si el drama no es lo suficientemente trágico, la trama nos deja decidir qué le pasa a Georges. La mayoría de las teorías apuntan a la idea del suicidio tras la muerte de Anne, siendo la escena final de la película sus últimas visiones o bien un viaje simbólico a la vida del más allá. Sin importar las dos opciones, la película y su desenlace son inolvidables.
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La cosa (1982)- Después de aparentemente haber derrotado al alien y de destruir su base en la Antártica, los sobrevivientes Childs y MacReady (Keith David y Kurt Russell) se sientan exhaustos, sin estar seguros si el otro está infectado con La cosa. Con temperaturas bajo cero y casi sin calefacción, los dos parecen aceptar su destino cuando MacReady sugiere “esperar durante un rato a ver… ¿qué sucede?”. Nosotros no vemos lo que pasa porque aparecen los créditos y nos tapan la pantalla. Como Thelma y Louise, parece bastante claro lo que ocurre, aunque como no hay pruebas, los fans más optimistas pueden llegar a pensar que los dos sobreviven.
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Rashomon (1950)- Cualquier película que dé nombre a una técnica cinematográfica merece ser debatida. Posiblemente una de las más influyentes de todos los tiempos, esta historia de un asesino desde puntos de vista contradictorios, para al final dejarnos sin una conclusión clara. Aunque un cierto mensaje de esperanza se pasea por la trama con la llegada de un bebé durante la película, la famosa técnica de Akira Kurosawa está diseñada para mostrar la naturaleza interesada del ser humano desde perspectivas diferentes. La cinta pide al espectador que decida quién dice la verdad, o si cree que todos los protagonistas tienen algo que ocultar.
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Los sospechosos de siempre (1996)- Nos llevaría una reseña larga y tendida poder explicar los devastadores minutos finales de este thriller de culto, cuando al final se demuestra como el aparentemente vulnerable Verbal Kint (Kevin Spacey) ha mentido a la policía. A pesar de ello, la identidad del criminal Keyser Söze continúa siendo un misterio y han aparecido teorías diversas para casi todos los personajes de la película que ni los mismos actores sabían. Söze se ha convertido en una metáfora de la ambigüedad y una abreviatura de cualquier figura poderosa que merodea por las sombras. Es muy difícil que un final claro y conciso hubiera conseguido el mismo efecto.
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Rocky III (1982)- Aunque no tan grandioso como Keyser Söze, los amantes de esta historia de boxeo se quedaron con la incógnita sobre uno de los combates más importantes de Rocky durante años. Al final de la tercera entrega, Rocky Balboa sube de nuevo al cuadrilátero para enfrentarse a puerta cerrada a Apollo Creed (Carl Weathers) para recompensarlo por haberlo entrenado para conseguir la victoria. Con 1 a 1 en el marcador, el combate decidirá quién es realmente el mejor boxeador. Sin embargo, los espectadores solo ven el inicio. Aunque 34 años más tarde el mismo Balboa revela el resultado del combate en Creed, este fue uno de los debates más apasionantes entre los fans de Rocky durante años.
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El luchador (2008)- Mickey Rourke rompió muchos corazones protagonizando a Randy The Ram, el luchador profesional que envejece sin ser incapaz de tener ningún tipo de éxito en su vida fuera de los cuadriláteros. A pesar de los riesgos para la salud, Randy vuelve a un último combate durante el cual empieza a experimentar dolores en el pecho. El continúa, lanzándose desde la cuerda superior cuando la cámara se torna negra. ¿Habrá sobrevivido? Las redes sociales están llenas de argumentos sobre si Randy sobrevive o muere, o de si incluso eso importa demasiado. Randy había escogido luchar. La teoría más plausible, afirma que si este combate no acabó con él, el siguiente lo haría.
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American Psycho (2000)- El primer papel de Christian Bale fue el de encarnar al sofisticado Patrick Bateman, un banquero del mundo de las inversiones en la década de los 80’s con una tendencia psicótica y cierta propensión al asesinato. La pregunta, no obstante, es: ¿pero algo de lo que narra esta película ocurrió de verdad? Mientras que la cinta ofrece más pistas que la novela original de Bret Easton Ellis, continúa sin ser claro si los asesinatos de Bateman son alucinaciones o si simplemente fueron actos ignorados por el mundo absorto en el que habita. La idea original de Ellis era sembrar la duda en la mente del lector, lo que significa que el misterio que se nos revela al final de la adaptación de la novela al cine no es sino otro episodio más de la locura de Bateman.
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La duda (2008)- “Tengo dudas….tengo tantas dudas”, llora la Hermana Aloysius en la voz de Meryl Streep en la escena final de esta película ganadora de un Oscar. Como en la obra, las sospechas de que un respetado cura (Philip Seymour Hoffman) haya cometido abusos jamás se ven confirmadas, ni aun cuando ella lo confronta. Esta narración, representada de manera magistral, sigue de cerca la trama de la obra de teatro original en la que se pide al espectador que decida si el cura es culpable o no. La ambigüedad es el mensaje en sí de esta película. ¿Son las sospechas y el instinto suficientes para condenar a alguien?
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