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La temporada vacacional es una época especial que se celebra casi en todo el mundo en un formato u otro. En algunos países y culturas, la celebración tiene connotaciones religiosas, mientras que en otros simplemente tiene un significado festivo enfocado a pasar tiempo con la familia.

Independientemente de dónde vivas, y si celebras la Navidad, el Hannukkah, el Yule, Kwanzaa o Festivius, seguramente querrás que los más pequeños lo disfruten al máximo. Gracias a los regalos, los dulces y la excitación que genera la publicidad, hasta los más jóvenes saben que se trata de una época especial del año. Pero, ¿realmente entienden y conocen su significado? Asegúrate de que así sea mediante la creación de experiencias que puedan compartir en familia.

Ilumina la oscuridad
Ya sea que celebres una tradición religiosa o no, da a tus pequeños una idea más amplia del significado cultural de esta época del año. En el Hemisferio Norte, traer luz a los momentos más oscuros del año siempre ha tenido una connotación espiritual. Los rituales paganos buscaban iluminar la oscuridad, tanto literal como en sentido figurado, mucho antes de que el cristianismo adoptara símbolos similares.

Empieza el día más corto del año observando el amanecer juntos en un lugar remoto y pintoresco (por ejemplo, en un lugar pagano como Stonehenge, si es que vives cerca de alguno) y termina el día haciendo una fogata al anochecer. A los niños les encantará la sensación de aventura y entenderán la importancia que debería haber tenido celebrar esta ocasión especial cuando todavía no existía la electricidad.

Descubre las estrellas
Un día de excursión, viviendo de cerca la luz natural del día y el fuego hecho por los seres humanos, ayudará a los niños a apreciar el significado más profundo de esta temporada y a entender los vínculos que unen las diferentes narrativas culturales y religiosas. La experiencia será una impactante y práctica lección de ciencias naturales, ya que los niños sentirán el impacto que la posición del sol con relación a la Tierra tiene en nuestras estaciones.

En el caso de encontrarte en el Hemisferio Norte, significa salir al aire libre a sentir el frío más crudo, mientras admiramos la tardía salida del sol y su temprano ocaso, el cual crea el entorno perfecto para explorar nuestro sistema solar de una forma más fascinante. Por otro lado, si estás en el Hemisferio Sur y te gusta disfrutar de días largos y calurosos, puedes darle la vuelta a la lección indicando que la mitad de la población mundial está experimentando exactamente lo contrario.

Pasa más tiempo con tus seres queridos
Independientemente de lo que celebres, socializar es parte integral de las festividades. En las culturas del norte de Europa, visitar a los amigos entre Navidad y la noche de Fin de Año es toda una tradición. En algunas partes de Alemania, es costumbre visitar a los vecinos para admirar sus decoraciones navideñas y celebrar con unos schnapps (un tipo de aguardiente elaborado y destilado a partir de raíces, cereales o de frutas). En Grecia, la primera amistad que cruce el umbral de tu casa el primer día del año te traerá buena suerte.

En Escandinavia, el banquete de Santa Lucía es una ocasión especial para celebrar con los amigos antes de partir para pasar la Navidad con la familia; mientras que en las Islas Británicas, el día de San Esteban está reservado para acontecimientos sociales. Si vives en un país en el que nadie espera que vayas a visitar a un amigo o los vecinos, entonces invítalos a una cena sorpresa.

Canta a pleno pulmón
Otra popular tradición en muchos países que puede adaptarse con facilidad a una tradición religiosa o familiar es cantar villancicos. Cantar villancicos pegadizos es una muy buena manera de entrar en el espíritu ‘navideño’, sin importar si tiene un carácter religioso o no. Únete a una sociedad benéfica local y sal a cantar villancicos en grupo.

Si sales o no de casa para cantar delante de tus amigos o de extraños es indiferente; lo que importa es que lo hagas en tu propio hogar. De este modo, todos podrán escoger sus canciones preferidas y nadie tendrá que preocuparse si está desafinado. Si no abunda el talento musical, alquila una máquina de karaoke o pon Festive Fun en Sing Star (¡sí, tienen “Last Christmas“!)

Da rienda suelta a tu creatividad
Para entrar en el espíritu navideño, no hay nada mejor que la decoración. Deja que los más pequeños ayuden a colgar las decoraciones y asegúrate de que se sientan protagonistas, aunque eso signifique que puedan romperse uno o dos adornos.

Enseña a los niños qué es la sostenibilidad renunciando al tradicional árbol de Navidad, y compra una planta que después puedas reubicar en tu jardín, un parque público o en el bosque (algunos municipios o viveros organizan programas especiales). Si empiezas pronto, puedes preparar un proyecto de bricolaje y construir un árbol a partir de madera reutilizada, libros usados o rollos de papel higiénico.

Regalitos dulces
Hornear y decorar galletas especiales también contribuye a crear un ambiente navideño, además de ayudarte a ahorrar una fortuna en velas aromáticas. No te olvides de una receta sencilla de galletas recortadas para los más pequeños. Deja que den rienda suelta a la imaginación con el azúcar glasé, los trocitos de colores y los adornos, mientras tú diseñas obras maestras para regalar a tus amigos y familiares.

Enséñales que compartir es amar
A fin de fomentar la apreciación sobre las posesiones nuevas y antiguas, explícales que por cada regalo recibido, pueden regalar un juguete usado a una sociedad benéfica. Hacer ‘limpieza’ puede ser una tarea compartida y muy divertida que, además, puede ayudar a los niños a redescubrir juguetes olvidados o darse cuenta de que ya son demasiado mayores para algunos. Llevar los juguetes a un orfanato o bien a un centro de atención en una zona económica y socialmente vulnerable, les ayudará a entender que hay otros niños con menos fortuna que ellos. Comprueba con antelación dónde necesitan juguetes y si es posible realizar una visita personal. Una vez que los nuevos regalos hayan llegado, invita a algunos niños para que jueguen con tus pequeños y enséñales la importancia que tiene compartir la alegría.

Muéstrales la alegría de dar
No te costará mucho que los niños se ilusionen con recibir regalos. Regalar a otros, sin embargo, ya es algo más complejo; aunque es más gratificante. Muchos desean “retribuir” en un momento en que se sienten agradecidos por todo lo que tienen, lo cual es un sentimiento maravilloso. No obstante, no  es suficiente con solo compartir esfuerzos en la cocina de un comedor público un domingo para que ello tenga un impacto significativo. Es más, es posible que seas más un estorbo que una ayuda. Pregúntate si hay alguna manera de que puedas convertir una lección de altruismo esporádico en algo más que un mero gesto vacío y que, en vez de ello, puedas hacer durar todo el año ese espíritu solidario.


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