Desplaza

Empecé a coleccionar jabones cuando tenía 6 años. Por aquel entonces, me parecía la manera más sencilla de conseguir una fragancia. Incluso a medida que han pasado los años y he ido descubriendo los perfumes, mi amor por los aromas industriales no ha disminuido una pizca. Llegó un punto en que sentía tal fascinación por la idea de los aromas de higo que incluso intenté comprar un detergente para pisos con esa fragancia para que me lo enviaran desde el otro lado del mundo.

La manzana aromática no cayó muy lejos del árbol. Después de todo, vengo de un largo linaje de amantes del mundo de las fragancias. Desde que recuerdo a mi abuela que siempre ha usado el mismo detergente para lavar la ropa, ¡y simplemente por el aroma! El armario de detergentes de mi madre refleja las últimas tendencias del mundo de los suavizantes, con una especial predilección por el jazmín. A veces incluso vamos juntas a droguerías y comparamos notas.

Cuando tenía poco más de 20 años, mi pasión por las fragancias se vio reforzada por el descubrimiento de los perfumes niche: aromas caros y de buena composición, elaborados por marcas independientes más pequeñas, y en principio hechos a partir de ingredientes de más alta calidad. Poco a poco, estas fragancias han ido ganando terreno en relación a las fragancias de empresas más conocidas por el simple hecho de, en fin, no ser tan conocidas, pero también porque suelen durar más y son más particulares y exclusivas. Una vez, mientras realizaba un estudio sobre un perfume niche, conocí a otra entusiasta como yo de los perfumes; la única vez que me ha sucedido algo así ‘en persona’. Era una mujer pelirroja muy simpática, de más de 70 años de edad, que llevaba muy poco maquillaje (como yo) y con poco sentido de la moda (también como yo). Nuestra pasión por los perfumes no es una mera cuestión de estilo o moda. Ambas estamos muy orgullosas de nuestros conocimientos sobre la materia y seguimos nuestro anhelo por lo desconocido. Es el Sehnsucht romántico alemán, pero en su máxima expresión.

La pelirroja y yo, buscábamos por la sección de perfumes niche de unos grandes almacenes. Intercambiamos una educada sonrisa y unas breves palabras sobre la perfumería niche, mientras ambas vigilábamos atentamente lo que hacía la otra. No cesamos de oler, discretamente, casi sin usar el pulverizador, simplemente acercando nuestras narices a los tapones de las ampollas. Ninguna de las dos deseaba atraer el celo comercial de la vendedora induciéndola a pensar que teníamos intención de comprar nada. De hecho, solo estábamos ahí para disfrutar de la más pura bendición sensorial.

Principalmente, mujeres como nosotras suele ‘pasearse’ por foros como fragrantica.com, donde practicamos el arte de intentar usar palabras para describir algo tan efímero. Parte del encanto, claro, reside en descifrar la composición de un perfume, lo que es una auténtica misión imposible. Y así, un día nublado de invierno asistí muy contenta a mi primera clase sobre perfumes,  totalmente inconsciente de los hechos abismales que estaba a punto de descubrir. Mi meta era averiguar más cosas acerca de los acordes de las fragancias, y descubrir qué ingredientes de alta calidad usan las casas de perfumes niche.

Cómo se produce

Cuando empiezas a adentrarte en el mundo de los perfumes, lo primero que aprendes es que los perfumes están formados por tres notas: las notas de salida, las notas de corazón y las notas de fondo.

Lo que, sin embargo, nunca suele decirse es que la mayor parte de un aroma está hecho de las notas de corazón y de fondo. Como mi profesora de la clase sobre perfumes nos explicó el primer día del curso, las notas de salida suelen ser el 15 % de un perfume, las notas de corazón el 30 % y el 55 % restante suelen ser notas de fondo. Esto significa que, cuando se crea un perfume, necesitamos equilibrar las notas de salida, que son altamente volátiles, con las correspondientes notas de fondo, que son todo lo contrario, lo cual implica, claro está, un objetivo que es de todo menos sencillo.

Para ayudarnos con ello, nuestra instructora nos muestra grupos de ingredientes muy parecidos, tanto naturales como sintéticos, que se utilizan con propósitos diferentes. Por ejemplo, fijémonos en el aroma de un cedro, un ingrediente popular en los aromas de madera. Para añadirlo a la composición de un perfume, podría usar el aceite esencial de cedro de Virginia (con la salvedad de que se trata de una nota de salida) o de cedro del Atlas, Iso E Super sintético, Vertofix o metilcedrilcetona. Cada uno de estos ingredientes tiene notas ligeramente diferentes, y tendrá efectos también dispares. ¿Cuál debo usar? De golpe, mientras me hago esa pregunta, me encuentro en un universo desconocido, incapaz de percibir diferencias sutiles.

Pronto me doy cuenta de la primera cruda realidad del mundo de los perfumes. Los ingredientes sintéticos no son versiones baratas de los naturales, como yo pensaba. De hecho, son esenciales para la industria de los perfumes tal y como la conocemos. Como dice mi profesora, quizás haya unos 200 ingredientes de origen natural (en principio, el número es infinito, pero por ahora solo tendremos en cuenta los más frecuentes) y unos 10 mil sintéticos.

Otro factor importante a tener en cuenta, o eso nos dice la instructora, es que la calidad de los ingredientes naturales cambia según la estación del año, la hora y el lugar, lo que se refleja en la creación de diferentes productos. Si soy sincera, debo admitir que, dada la selección y en contra de lo que una pudiera pensar, los ingredientes sintéticos parecen ser más atractivos que sus ‘amigos’ naturales. Y este factor me sorprende mucho. ¿Realmente prefiero el dihidromircenol al aceite esencial de lima?

Y por si todo esto no fuera lo suficientemente complicado, todavía hay otro factor: algunos aromas naturales no pueden recrearse con únicamente ingredientes naturales. Jean-Claude Ellena, uno de los perfumistas más famosos del mundo y exjefe de perfumería de Hermès, escribió una vez: “Si hay algo que realmente defrauda a los perfumistas, es el pomelo, porque aunque tiene su propia esencia, esta huele a naranjas. Afortunadamente, nuestro arsenal incluye artificialidades suficientes como para satisfacer al amante de los perfumes.” Y a partir de ahí pasa a explicar cómo se «elabora» el pomelo: esencia de naranja dulce y rubofix, es decir, oxirano de ruibarbo, una sustancia química orgánica.

El ingrediente secreto

¿Alguna vez te has detenido a oler en el aire un aroma diferente, intentando identificar una fragancia totalmente inefable y etérea, casi mágica? Es muy posible que se tratara del Iso E Super, un ingrediente común en la mayoría de las fragancias. Tan común, de hecho, que «forma más del 50 % del contenido de algunos perfumes», nos explica la profesora. No hay nada malo en ello, me repito una y otra vez. Incluso Ellena declara ser uno de sus mayores fans.

Descubierto en 1973 por unos científicos que estudiaban el aroma de la violeta, el Iso E Super tiene un olor casi inexistente; de hecho, hay gente que ni lo percibe. Nuestra profesora dice que es un ingrediente que proporciona una sensación etérea a las fragancias, lo cual yo encuentro que es una muy buena descripción. Otros incluso notan una cualidad «aterciopelada» en la composición de los perfumes.

En mi caso, es algo boscoso, ligeramente dulce, pero definitivamente etéreo. Cuando lo descubro en la clase, no puedo creer lo que estoy oliendo; es lo que realmente deseaba. Era eso, lo que siempre olía tan inefablemente bien. El Iso E Super. Y en cambio, es difícil imaginar un nombre que suene más artificial que este.

La segunda cruda realidad que descubrí es que 1 gramo de Iso E Super cuesta poco más de unos céntimos. Y no puede usarse en estado puro, sino que es necesario mezclarlo en un portador, normalmente con alcohol, y normalmente en una proporción de 10 a 90 (es decir, 90 % alcohol, 10 % Iso E Super). Aunque no todos los ingredientes son tan baratos como este, porque por ejemplo los absolutos elaborados con enfleurage pueden llegar a ser extremadamente caros e incluso los ingredientes sintéticos existen en diferentes calidades, los perfumes en general continúan teniendo unos precios exagerados. La verdad sea dicha, este factor no me importaría en absoluto, siempre que los beneficios fueran a parar a los perfumistas, los auténticos apasionados que luchan y navegan por entre miles de componentes y millones de combinaciones con el fin de obsequiarnos con un sentimiento, evocarnos un recuerdo, ponernos en un estado de ánimo concreto. Lamentablemente, ese no suele ser el caso: la mayor parte del coste de los perfumes se destina a publicidad y envasado.

Haciendo mi propio perfume de firma

Después de haber aprendido mucho sobre los ingredientes principales de los perfumes, y de haberlos analizado y probado para poder recrear una fragancia famosa, llegamos al final del curso. Este es el momento clave en el que se nos permite componer nuestro propio perfume. Cada uno de nosotros escogemos entre 55 ingredientes, tanto naturales como sintéticos, todos ellos con nombres fascinantes como Hedione o Paradisamide, y otros terriblemente artificiales como Stemone (el olor de las hojas de higos, para todos los demás amantes de la fragancia de los higos) y Trimofix.

Al principio, todo es relativamente sencillo. Yo personalmente escojo cítricos para obtener las notas de salida, que es algo que siempre me ha gustado en los perfumes. No obstante, cuando necesito escoger las notas de corazón y añadir ingredientes florales, la cosa empieza a complicarse, y mucho. ¿Qué nota floral combina bien con las frutas cítricas? No estoy segura, y las decisiones que a simple vista parecerían las más razonables no tienen los efectos deseados.

Incansable, pero sí un poco desanimada, continúo, ahora centrándome en las notas de fondo. De pronto, un inesperado temblor en mi muñeca me hace añadir más sándalo de lo que pretendía, creando así un aroma intenso y pegajoso que arruina por completo el delicado equilibrio que estaba intentando obtener. En ese momento pienso en Ellena y la paciencia que debía tener a la hora de hacer pruebas, una detrás de otra, para conseguir la fragancia perfecta.

Más que nada, ara he podido echar un vistazo a una dimensión de lo que no sé. Lo que sí que sé, no obstante, es que cultivar esta afición me podría tener ocupada para siempre. Y aún así, el reto es tan enorme, y el premio potencial a obtener tan emocionante, que ya me he inscrito en un segundo curso. A partir de hora, simplemente haré mi propia fragancia. Independientemente de qué resultados obtenga, una cosa es segura: mis fragancias contendrán enormes cantidades de Iso E Super.

 


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