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Los métodos modernos de comunicación electrónica son instantáneos, directos y, para los cascarrabias, faltos de ningún encanto. Al contrario, la época dorada de la escritura de cartas, entre los siglos XVIII y XX, es todo un almacén de incontables y destacables correspondencias, no solo entre personajes históricos sino entre ciudadanos de a pie. Como nuestra lista indica, las mejores colecciones de cartas revelan las esperanzas, las preocupaciones, la excitación, la desesperación y el humor de lo bueno y lo mejor

Una guerra en cartas
Ni las películas en blanco y negro de la Primera Guerra Mundial, en las que aparecen bombas explotando y paisajes en ruinas, hacen justicia a las experiencias vividas durante los años 1914-1918. Ese es el poder de la escritura, incluso un siglo más tarde. Love Letters of the Great War ofrece una visión íntima de la vida durante ese crudo período. Estas cartas, estén escritas por famosos (Winston Churchill) o soldados de a pie (alemanes, británicos, americanos y australianos) nos ofrecen una mezcla de emociones que van del amor a la esperanza y de los celos a la traición. De manera parecida, la obra del escritor Sebastian Faulks, A Broken World, se adentra en diarios, cartas y memorias personales para ofrecernos una cruda descripción de un conflicto que los que lo vivieron tenían la esperanza de que se tratara de ‘una guerra para acabar con todas las demás guerras’.

Las grandes epístolas
En su inmensamente popular blog Letters of Note, Simon Usher se centra en algunas de las mejores cartas de la historia. El autor se adentra en los archivos y muestra una carta del escritor de discursos William Safire al Presidente Richard Nixon, titulada “In the Event of Moon Disaster” (En caso de desastre lunar) y con fecha del 18 de julio de 1969, es decir, tan solo dos días antes de que Neil Armstrong y Edwin Aldrin pusieran los pies en la luna; otra carta que el poeta Wilfred Owen escribió a su madre el 31 de octubre de 1918, días antes del final de la Gran Guerra. «No hay peligro alguno, por aquí», escribe Owen. «Y si lo hubiera, ya se habrá terminado antes de que leas estas líneas». Murió cuatro días más tarde, el 4 de noviembre, una semana antes del Día del Armisticio. Usher también ha publicado una colección titulada Letters of Note.

Guerreros y filósofos
Los líderes políticos de muchos países han gozado durante mucho tiempo de la compañía de estrellas y grandes pensadores, incluso en aquellos casos en que se ha tratado más de relaciones personales que de debates sustanciales. Sin embargo, este no fue el caso de la relación que mantuvieron el rey más famoso de Prusia, Federico II, y el filósofo francés Voltaire. El autoritario Federico el Grande no solo estaba obsesionado con el militarismo, sino que además también destacaba por ser un pensador, un gran adorador de la cultura francesa y por escribirse con Voltaire durante años y debatir con él por escrito sobre religión, guerra, libertad de expresión y poesía, entre muchos otros temas.

Obligado a escribir
Cuando grandes personajes de la historia mueren, el dolor puede convertirse en un proceso público. Pero, ¿qué sucede cuando se trata de un asesinato, la víctima es la persona más poderosa del planeta, hay miles de testigos y el acto en sí fue filmado? La obra de Jay Mulvaney, Dear Mrs. Kennedy: The World Shares Its Grief, Letters November 1963, es una selección de cartas de las más de un millón que Jackie Kennedy recibió después de que su esposo, el Presidente John F. Kennedy, fuera asesinado en Dallas el 22 de noviembre de 1963. El asesinato de Kennedy tuvo un impacto colosal que llevó a muchas personas de todo el mundo a enviar cartas de condolencias a Jackie Kennedy, la cual se hallaba sentada al lado de su esposo cuando esté fue asesinado.  Además de cientos de miles de ciudadanos de a pie, también famosos como Lauren Bacall, Vivien Leigh y Gene Kelly, políticos como Winston Churchill y Charles de Gaulle, miembros de varias familias reales y muchos otros famosos se sintieron obligados a escribirle.

Correspondencia cómica
Charles Osgood, más famoso por ser el presentador de las noticias de la cadena de televisión norteamericana CBS, nos ofrece alivio con sus Funny Letters from Famous People. Osgood aprovecha correspondencia divertida de lo que a simple vista parecerían fuentes inesperadas (George Bernard Shaw y Dwight D Eisenhower) y de otros humoristas de gran prestigio (Bob Hope y Groucho Marx) para ofrecer pinceladas de humor que sirven para describir lo que se oculta tras personajes famosos. Mientras tanto, PG Wodehouse continúa siendo uno de los escritores de comedia más apreciados, incluso 40 años después de su muerte. Wodehouse es especialmente conocido por su serie de libros en los que caricaturiza el mundo de la clase alta británica a través de Bertie Wooster y su ayudante, Jeeves. Sophie Ratcliffe ha recopilado una amplia selección de su correspondencia privada en el libro PG Wodehouse: A Life In Letters. Cartas (incluidas algunas a figuras literarias como George Orwell, Agatha Christie, Arthur Conan Doyle y Evelyn Waugh) revelan un escritor amable que jamás acabó de vivir en el mundo moderno.

Las cartas y los niños
Dentro de unas décadas, la correspondencia privada de la autora de los libros de Harry Potter, JK Rowling, podría convertirse en una importante fuente para todos aquellos que deseen echar un vistazo tras la cortina de este fenómeno literario. The Letters of JRR Tolkien ya son un ejemplo de ello, pero ahora en relación al autor de El hobbit. Tolkien, todo un maestro del género fantasía, mantuvo correspondencia con un sinfín de personajes diversos, entre ellos WH Auden y CS Lewis. Este último, autor de Las crónicas de Narnia, es justamente el tema del libro de Marjorie Lamp Mead y Lyle W Dorsett, CS Lewis’ Letters to Children, una preciosa colección en la que el autor responde a las cartas que le enviaban los niños.

La combinación entre la literatura y la política
Nacidos con pocos años de diferencia, tanto George Orwell como Graham Greene narraron los convulsos años 20 y 30. George Orwell: A Life in Letters sigue los pasos de la vida de Orwell desde su niñez hasta su muerte en 1950, pasando por sus estancias en París, Wigan y España (sobre los que escribió libros diferentes), el trabajo que realizó para la BBC durante la Segunda Guerra Mundial y el tiempo que pasó en la isla escocesa de Jura; sus cartas nos hablan de todo, desde debates sobre el fascismo a cuestiones prácticas y cotidianas de las que hablaba con su familia y amigos. De título parecido, el libro Graham Greene: A Life in Letters sigue los pasos del autor en sus viajes por el mundo, especialmente el tiempo que pasó en la Viena de la posguerra (y que le sirvió para escribir El tercer hombre) y en el Vietnam de principios de los 50 (fuente de inspiración directa para su obra El hombre tranquilo) cuando la implicación americana empezaba a aumentar. Greene ha sido descrito en el The New York Times como uno de los “escritores de cartas más obsesivos del siglo XX”, título que quizás se haya ganado a pulso si tenemos en cuenta su colección de más de “2000 cartas o postales escritas cada año.”

Cartas literarias
De William Faulkner y Henry James a algunos de los mejores escritores alemanes, como Herman Hesse y Thomas Mann, son incontables los escritores del siglo XX que cuentan con colecciones enteras de cartas publicadas. En A Life in Letters podremos leer acerca de las cartas que el gran escritor americano F. Scott Fitzgerald envió a Ernest Hemingway y Gertrude Stein; en  Jane Austen’s Letters podremos leer las tan solo 160 cartas que se han podido recuperar de la escritora inglesa; The Complete Letters of Oscar Wilde traza el auge del brillante escritor irlandés, además de su caída y su encarcelamiento en la década de los 1890; The Hemingway Letters Project ofrece la “edición académica completa” de las 6000 cartas de Ernest Hemingway; y Cartas a Sartre: Simone de Beauvoir nos revela la intensa y compleja relación entre estos dos gigantes de la literatura francesa del siglo XX. Kurt Vonnegut: Letters es una fascinante invitación al mundo del autor de Matadero cinco. En una carta de 1945, Vonnegut, un prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, nos ofrece una cruda descripción de la muerte y los bombardeos de los que fue testigo directo en Alemania. En medio de lo mundano también hay una carta que escribió a la edad de 65 años a Jack Nicholson para intentar convencerlo (sin suerte, por cierto) de que protagonizará su Breakfast of Champions.

Más allá de la literatura online
Replicando la transición de los libros de papel a las publicaciones digitales encontramos dos nuevas e inmensas colecciones que ejemplifican la dirección de este viaje: los seis volúmenes con un total de 902 cartas que componen el libro The Letters of Vincent van Gogh y que cubren la corta vida del atormentado pintor holandés desde que cumplió 18 años en 1872 hasta su muerte en 1890. Esta maravillosa fuente está plenamente disponible online y puede encontrarse sin problemas. De manera parecida, The Collected Papers of Albert Einstein es un auténtico tesoro de acceso abierto en Internet y que está formado no solo por sus escritos científicos sino también por sus diarios y cartas personales que el genio envió a su familia, amigos y compañeros.

La magia de escribir a mano
Aunque no cabe duda alguna de que nos ahorran un tremendo esfuerzo a la hora de escribir, tanto las computadoras como los dispositivos inteligentes no han conseguido todavía igualar la humilde carta con la que se transmite un sentido de profundidad e historia sin igual, así como también de romance. El estilo y la personalización, el hecho de que el escritor haya tocado con sus manos la carta que está escribiendo, implican algo mágico que solo puede nacer del puño y letra de una persona. El libro del editor y escritor brasileño Pedro Corrêa do Lago, The Magic of Handwriting, es el resultado de más de medio siglo de investigación y elaboración personal. La publicación contiene 140 ejemplos de los miles de cartas que ha coleccionado. Algunas de las mejores incluyen el pergamino de 1153 firmado por 4 papas, una carta de van Gogh, un manuscrito de Puccini y un croquis con anotaciones de Miguel Ángel.


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