Desplaza

¿Qué hace que un hotel sea más que un simple lugar para dejar la maleta y dormir unas horas lejos de casa? Para Alexander Kaufmann, la música. El sonido de las grandes estrellas de la historia del rock y del pop llena los vestíbulos, las habitaciones y (casi) cualquier otra zona del JAMS, el hotel musical que él mismo ha fundado en su Múnich natal.

Nos hemos visto con él en el vestíbulo lleno de vinilo del hotel, donde un magnífico Prince Rogers Nelson alarga su mirada sobre un tocadiscos y el mostrador de recepción, para descubrir por qué la música y los hoteles van de la mano. Lee más para saber cómo el sonido penetra todos los aspectos del negocio y cómo el concepto podría viajar a otros lugares sin perder su espíritu de boutique.

¿Cómo surgió la idea de un hotel musical?

Primero fue la idea de abrir un hotel. Desde el principio supe que no deseaba que fuera un hotel estándar, pero no sabía cómo iba a hacerlo especial. Buena parte depende de la ubicación, el tamaño y las condiciones. Cuando encontramos esta ubicación, supe que el hotel sería pequeño y muy individual.

Soy muy quisquilloso cuando viajo, así que siempre he pensado sobre qué me haría feliz. Un hotel no tiene que ser lujoso, y no presto mucha atención a cuántas estrellas tienen, aunque, eso sí, tiene que atraerme y tener un diseño que invite. El confort y la elegancia no tienen por qué autoexcluirse, aunque ese sea el caso en muchos hoteles. Yo preferiría que la gente se sintiera cómoda.

Me pregunté: ¿a mí, personalmente, qué me gusta? Bueno, soy un enamorado de la música y vaya donde vaya, lo primero que hago es poner música. La música influye en mi estado de ánimo, y escojo melodías que se adaptan a cómo me siento, y así es cómo nació la idea del hotel musical. Cuando tuve que reducir el ámbito a una época, naturalmente me incliné por los años 70. Me gusta mucho la música de aquel entonces, además de ser un gran momento para la música en Múnich.

Por último, los detalles empezaron a fluir: «¡Pongamos un tocadiscos en el vestíbulo!». -«¿Y una biblioteca de vinilos para los huéspedes y reproductores en cada habitación?». -«¿Y si el personal lleva camisetas de grupos de música?». A partir de ahí surgieron elementos nuevos, y con facilidad. Por ejemplo, pareció natural el hecho de también usar vinilo como elemento de diseño, así que usamos discos como adornos de pared, y ranuras circulares grabadas en las mesas negras para replicar ese efecto, e incluso las escaleras están forradas con lámparas personalizadas que tienen forma de disco. Nuestro bar/restaurante se llama 33 rpm, las bebidas tienen nombre de canciones y los menús tienen forma de funda de 7 pulgadas, igual que las guías del hotel que hay en las habitaciones.

¿Y la música en sí?

La música suena en casi cada sala y rincón del hotel, y por la noche subimos el volumen, por supuesto que sí. Por raro que parezca, el ascensor es uno de los pocos espacios públicos que permanece en silencio, lo que es una novedad si lo comparas con los habituales «ascensores musicales» de los hoteles y sus hilos musicales.

También estamos empezando a introducir la música en vivo, shows más informales y menos habituales que los conciertos de siempre. Por ejemplo, durante la noche inaugural, tuvimos un grupo de música gitana italiana que había descubierto tocando en la calle, así que los contratamos y ellos mismos fueron variando de espacio libremente por el hotel, tocando en el vestíbulo y el salón. Esa noche pudimos mostrar la fuerza de atracción que la música tiene sobre las personas. De pronto comenzó a entrar gente de todas partes que deseaban escuchar al grupo. Podemos abrir los inmensos ventanales que tenemos en todos los lados de la planta baja, así que si hace un buen día la música sale del edificio y atrae a los transeúntes y nos sirve de tarjeta de presentación.

También estamos intentando integrar música a un nivel de negocio. Por ejemplo, trabajamos con agencias cazatalentos para atraer a grupos musicales en gira, y durante el festival de cine el hotel se llena de gente creativa, lo que en parte se debe a que estamos ubicados muy cerca de dos grandes salas de conciertos. Cualquier músico que venga a Múnich a tocar en un concierto, o cualquier director de cine que llegue al festival, se encontrará con nuestro hotel cuando busque alojamiento, y no hay duda de que un hotel musical los atraerá.

Tu eslogan afirma que «la música es el latido del corazón de una ciudad». ¿Cómo suena el latido de Múnich?

Bueno, para eso tengo dos respuestas. La primera: disco. Como Donna Summer, cuyo trabajo más famoso fue grabado y producido aquí en Múnich en los años 70, y que se relaciona con el diseño del hotel.

Mi otra respuesta es el sonido ambiente de la ciudad, su onda. Múnich tiene su onda y unas buenas vibraciones. Me encanta la ciudad, y para mí está llena del sonido de gente pasándoselo bien. Así que cualquier música que subraye esa positividad y optimismo se adapta perfectamente.

Tienes planeado exportar el concepto a otras ciudades. ¿Cómo adaptarás el diseño al sonido de cada lugar?

La verdad es que depende de donde vayas. Por ejemplo, si tuviéramos que abrir un hotel en Viena, nos podríamos centrar en una época diferente. Si encontráramos un edificio antiguo podríamos decantarnos por el sonido de los años 20 o principios de los 30, y alinear el diseño y la música con esa época. Tendría que volver a ser algo muy individualizado, pero con el suficiente elemento JAMS como para ser reconocido como tal. El arte yace en la creación del ambiente perfecto en cada lugar.

Creo que el elemento en común tendría que ser el vinilo. El vinilo ha vuelto y creo que lo ha hecho para quedarse. Tiene la calidad táctil que es tan importante para nuestro diseño. La apariencia y el tacto de un disco cuando lo sacas de la funda, cuando lo estudias de cerca para ver que no esté rayado, el ligero susurro que produce la aguja al caer sobre el disco…. Es una experiencia única. A la gente le encanta tocar un disco, es mucho más especial que reproducir canciones en el móvil.

¿Tienes algún consejo para alguien que desee empezar un negocio orientado a su comunidad?

Bueno, todo depende de la escala. Si este hotel fuera más grande, este concepto no funcionaría. Yo diría que el nivel de intimidad e individualidad solo se sostiene en 80 o 90 habitaciones. Tampoco podrías administrar un hotel de mayores dimensiones en una ubicación como ésta, en medio de una zona residencial, pero eso es lo que te permite convertirte en parte del barrio.

Para mí, es muy importante que el hotel se convierta en un lugar al que los residentes de la zona deseen venir. Yo viajo mucho y siempre me gusta quedarme en el hotel que frecuenta la gente de la ciudad, porque la mezcla de gente diferente y el ambiente único que se crea es lo que hace que la estancia sea realmente especial.

[Fotos de Frank Lübke Photography]


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