Desplaza

Salir de la zona de confort, enfrentarse a los miedos, conocer gente fascinante y sobreponerse a obstáculos por cuenta propia. Viajar sola es una de las mejores maneras de conocerse a sí misma y al mundo en general.

Lamentablemente, a menudo se aconseja a las mujeres que no viajen nunca solas, especialmente si se dirigen a ciertas partes del mundo. Hoy te presentamos a 14 viajeras intrépidas que lo han hecho todo solas. Sus relatos sobre sus propios viajes en solitario no solo desmitifican el concepto de mujer sola frágil sino que, a través de sus propias historias, retos y victorias, pretenden animar a otras mujeres a embarcarse en sus propias aventuras transformadoras.

Empoderando mujeres

Kiersten Rich de The Blonde Abroad

«Una de las experiencias más fuertes que jamás he vivido fue durante el viaje que realice sola por el norte del Vietnam en 2011. Fue mi primer viaje con mochila a la espalda, y la primera vez que visitaba el sudeste asiático. Me sentía nerviosa y fuera de mi zona de confort, pero otra viajera como yo me había dicho que contactara con esta guía de motocicleta cuando llegara a Sapa, en Vietnam. Y es lo que hice. Al final todo terminó con una increíble experiencia de empoderamiento.

«Pasé 3 días con ella recorriendo los pueblos y aldeas de la zona, conociendo su cultura y comiendo con ella, y descubrí que ella era la primera mujer de Sapa de había iniciado su propio negocio de guía turística y que ahora, además, estaba ayudando a sus amigas enseñándoles inglés y cómo hacer de guía turística. ¡Fue increíble! Años más tarde me dijo que, gracias a mi blog, muchas viajeras la habían contactado y ello le permitió hacer crecer su negocio, formar a más mujeres como guías turísticas y, eventualmente, acabar construyendo y abriendo su propia casa de huéspedes. Se llama Hong y todavía hoy estamos en contacto».

Ponerse cómoda en la piel de una misma

Brooke Saward de World of Wanderlust

«La mayor lección que me ha enseñado viajar por el mundo es una que se me ha quedado grabada durante todos estos años. Siempre es difícil mirar atrás a través de la lente de la retrospección y recordar cómo se sentía una exactamente, aunque sí que seas capaz de recordar cómo actuaste. Hace 7 años realicé mi primer viaje sola por el extranjero. Recuerdo que estaba nerviosa, era tímida y más que nada me preocupaba lo que los demás pensaran de mí. Ahora vuelvo a 2019 y es el momento de mi vida cuando más cómoda me siento conmigo misma, y estando en mi propia piel. Creo de todo corazón que se debe al tiempo que pasé sola, esforzándome en entender mis pensamientos, mis cambios de humor, qué me hace feliz y, más importante todavía, lo que no me hace feliz. He aprendido a seguir caminando hacia delante cada día, incluso aquellos días que no tenía ganas de hacerlo. A menudo, la mejor aventura es la que no te esperabas».

Encontrando hermanas por todas partes

Suzie Agelopoulos de Suzieagelopoulos.com

«Miré a mi alrededor en la furgoneta llena de gente en Cairo y pensé ‘A mis padres les daría un ataque si pudieran verme ahora mismo!’. Estaba sentada entre dos parejas egipcias. Las mujeres, que llevaban hijabs, me aplastaban sin darle la mayor importancia. Estábamos a punto de salir en dirección a Alejandría. Seamos realistas: ¿puedes de verdad llamarte a ti misma viajera si no haces las cosas como lo hace la gente del lugar? Hacía mucho calor en la furgoneta, pero no se pondría en marcha hasta llenar todas las plazas. No están dispuestos a desperdiciar recursos fácilmente, así que se aseguran al máximo de no perder tiempo conduciendo para arriba y para abajo con las furgonetas medio vacías. Así que esperamos.

«Las mujeres no paraban de mirarme. Creí que era porque daba la nota, ahí sentada entre el resto de viajeros. Me imaginé que me estaban midiendo a la espera de poder decirme que lo había hecho mal cubriéndome los hombros. ¡Quién podría haber pensado entonces que lo que realmente estaban haciendo era monitorizar mi consumo de agua y vigilar la bolsa que yo había dejado en el suelo! Acabamos hablando de sus sueños de viajar por el mundo y de cosas como Justin Timberlake. Bajé de la furgoneta en Alejandría con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Ahora sabía que tenía hermanas en todas partes!».

Superando mis límites

Alice Teacake de Teacake Travels

«Mi misión como viajera solitaria siempre ha sido alcanzar mi máximo potencial a través de enfrentarme a mis propios miedos y superar mis límites, lo que hago a través de dejar atrás mi zona de confort y afrontar retos. Esto me permite ser más flexible, pensar más rápidamente, ser más fuerte y más lista. Algunos de estos retos son autoimpuestos. He conducido la mar de contenta desde el Reino Unido hasta Mongolia (y he vuelto) en un Toyota Yaris. He escalado cumbres y desfiladeros de montañas sobre tablas de madera en China. He hecho de bailarina burlesca en Shanghái y recorrido sola Bangladesh con una mochila a la espalda cuando todo el mundo me decía que no lo hiciera.

«Y aún así, la vida a veces te somete a retos de gran dificultad a los que jamás te habías imaginado que tendrías que enfrentarte. Fue en el borde de una montaña en Vietnam que me encontré a mí misma mientras viajaba peligrosamente encima de una motocicleta que se balanceaba peligrosamente por un camino estrecho y polvoriento, mientras yo me agarraba a la vida por los pelos. Y entonces se abrió el cielo. Empezó a llover a cántaros. El viento empezó a soplar con una fuerza feroz, empujándome cada vez más cerca del abismo. Me agarré al manillar de la motocicleta con todas mis fuerzas mientras rezaba para poder llegar con vida al otro lado del camino. Paso a paso fui recorriendo todos los bordes y cantos de la montaña con las manos agarradas a la vida del manillar, hasta que al final pude refugiarme de los elementos. Recuperé el aliento, me reí a carcajadas, volvía a poner el motor en marcha y desde entonces que todavía doy gracias a dios que estoy viva.

Viviendo una ternura humana inesperada

Stephanie Parker de Big World Small Pockets

«Una de las experiencias más conmovedoras que he vivido como viajera solitaria fue una vez que me aventuré yo sola en el Sudán. Teniendo en cuenta que no he conocido a ninguna otra viajera que haya ido sola a Sudán (de hecho, a duras penas he conocido a casi nadie que haya viajado a ese país. Punto), sería justo decir que me sentí un poco intimidad por la propuesta, y eso que tenía experiencia viajando sola por África.

«Sudán me asustaba. Sin embargo, me atreví, viajé y descubrí el país más hospitalario que jamás he visitado. La generosidad y la ternura de la gente de Sudán, una mezcla de hospitalidad de Oriente Medio y de amabilidad africana, me sorprendió por completo. Me encontré con tenderos que no me dejaban pagar por las mercancías que había comprado, taxistas que no me querían cobrar la carrera e incluso pequeñas paradas en el mercado en las que me llenaban las manos de dátiles…y rechazaban que les pagara. Allá donde fuera me recibía con sonrisas, me ayudaban con mi equipaje, me asistían en el transporte público, me invitaban a sus casas y me ofrecían una cama donde dormir, agua, comida… todo. Viniendo de un país económicamente tan desaventajado, la pura ternura y amabilidad de la maravillosa gente del Sudán es toda una fuente de inspiración, hasta el punto que en vez de sentir miedo puedo decir que jamás me había sentido tan segura».

Abrazando la casualidad

Christine Kaaloa de GRRRLTRAVELER

«Abrazar la casualidad siempre ha sido uno de mis mejores profesores como viajera solitaria, ya que me ha enseñado que, cuando las cosas a veces se han puesto feas, el universo tenía un plan mejor para mí. Mi primer viaje sola fue a India y Nepal. Empecé a viajar con amigos, pero cuando decidieron realizar una visita guiada en Delhi que era una estafa, yo decidí que me apeaba a medio viaje y a partir de ahí me encontré viajando sola. Jamás había viajado al extranjero completamente sola, así que viajar sola por la India, lejos de mi zona de confort, fue todo un curso intensivo para mí.

«Me encontré con dos opciones. O reservaba el próximo vuelo a casa o continuaba con mi viaje. Al final decidí abrazar la oportunidad. Aunque había dudado mucho y me sentía preocupada, en el momento en que me comprometí a viajar sola, sentí como todo un flujo de libertad, coraje e instinto de supervivencia me ponía en mi lugar. Sabía que haría todo lo necesario para sobrevivir y convertir este viaje en el mejor viaje de mi vida (¡y así fue!). Hoy, cuando los planes de viaje se tuercen, me fijo en la parte positiva de las cosas y en la secreta oportunidad de transformación que se oculta tras toda oportunidad y trato de vivir al máximo la aventura, superarme a mí misma y convertirme en mi propia épica».

Cambiando percepciones

Stephanie Huff de The Pink Backpack

«La primera vez que le dije a mi familia que planeaba viajar por África sola, les entró pánico. De hecho, desde que me mudé al África Oriental he recibido una gran cantidad de respuestas. La verdad es que, durante mi viaje de Sudáfrica a Kenya, y durante el tiempo que después he pasado como expatriada en Mwanza (Tanzania), ni una sola vez me he sentido insegura. Claro, he sentido que me enfrentaba a retos, que tenía que aprender un nuevo idioma, que debía deconstruir mis creencias preconcebidas y reconocer mi privilegio blanco. Pero también he encontrado inspiración en las comunidades y organizaciones que he conocido y que están marcando la diferencia, así como también en la pura belleza de la diversidad de gentes y paisajes. Incluso me he llegado a sentir amada por nuevos amigos y extraños que han hecho lo imposible por ayudarme.

«Aunque por un lado es verdad que algunas partes de África sufren hoy bastante inestabilidad, las partes que yo visité eran seguras y tranquilas. Espero que gracias a escribir en mi blog sobre mis experiencias como viajera solitaria por el sur y el este de África podré cambiar la percepción que muchos lectores tienen de África e inspirar a otras mujeres a planear su propio viaje al continente africano».

Haciendo nuevas amistades

Linda Dunsmore de Linda Goes East

«A menudo hablo de China como de ‘mi primer amor’ porque es el primer lugar en el extranjero al que me trasladé a vivir. Tras dos años aprendiendo el idioma y otro año y medio viviendo y trabajando en China, me trasladé a Corea. No obstante, me encanta volver a China cada vez que puedo. Especialmente me gusta visitar Pekín porque es un lugar bien comunicado desde el que puedes tomar un vuelo de vuelta a casa a Alemania.

“Durante una de mis primeras visitas a Pekín, viajé sola, como suelo hacer. Tenía planeado explorar varios Hutongs diferentes en Pekín y ya había incluso planificado mi visita turística. No obstante, como suele suceder en China, acaba siendo más difícil navegar debido a la barrera del idioma y al sistema de negocio de Pekín. Por suerte, me encontré con un conductor de bici-taxi muy amable que se ofreció a llevarme por los Hutongs por un precio módico. ¡Estuve de acuerdo y acabó siendo una salida encantadora! No solo me llevó a ver dónde viven los padres de Jackie Chan, sino que además se detuvo en una encantadora tetería cuando le dije que me encantaba el té. Sé del cierto que si lo hubiera ignorado y hubiese seguido caminando, jamás hubiera visto esta cara de Pekín. Esta experiencia me enseñó que continúa habiendo residentes amables en el mundo que de verdad se preocupan y desean mostrar sus ciudades a los extranjeros y no solo hacer dinero rápido con ellos».

Memorias de Mozambique

Kristin Addis de Be My Travel Muse

«Uno de mis mejores experiencias de viaje sola fue en Mozambique. Tenía que ir con otra persona que en el último minuto no pudo venir. Aunque tenía mucha experiencia viajando sola, incluso en África, no sabía nada de Mozambique y lo poco que leí online no me ayudó mucho, o más bien en nada. No parecía ser el tipo de lugar en el que las mujeres viajan solas. Aún así, decidí no dejar que el miedo se apoderara de mí y me arruinara el viaje que tantas ganas tenía de hacer, y no me eché atrás.

«Mi primera noche fui al baile de una fiesta en una galería de arte que se celebraba en la capital, Maputo, lugar que todos los sitios online aconsejaban evitar a toda costa. Ese consejo, y todos los consejos negativos, acabaron siendo erróneos. El resto del viaje me lo pasé visitando playas, nadando con orcas, descansando en hamacas, bebiendo cocos cada día y conociendo a algunas de las personas más interesantes que jamás he conocido en mis viajes. Todavía lo tengo grabado en la memoria como mi viaje favorito. Lo mejor de todo es que todavía sigo siendo amiga de toda la gente que conocí ahí, e incluso algunos hemos viajado juntos a otros países. Estoy muy contenta de no haber seguido los consejos que decían que no viajara sola a Mozambique. Realmente fue uno de los mejores viajes de mi vida».

Descubriendo mi camino

Marta Rus de A Girl Who Travels

«Todo empezó cuando dejé mi trabajo de oficinista para pasarme 6 meses viajando sola por la India y Asia Oriental. Después de haber hecho uso de casi cualquier medio de transporte posible, desde barcas de río a camellos o trenes nocturnos y tuk-tuks, al final acabé en Varkala, una preciosa localidad costera en Kerala. Ahí conocí a un grupo de americanos, y uno de ellos, con el que mejor me llevaba de todos, me invitó a su casa en Nueva York.

«Unos cuantos meses más tarde y en un escenario completamente diferente, los tranquilizadores sonidos del Mar de Arabia se vieron reemplazados por la energía de Nueva York mientras yo paseaba casi en trance por Manhattan. No tardé mucho en decidir que deseaba retener la Ciudad de Nueva York y esa sensación que estaba teniendo en ese mismo momento. Mi deseo era tan fuerte que decidí dejar atrás la idea de volver al Reino Unido para encontrar un empleo a jornada completa y opté por empezar a trabajar como freelance. Esto me permitió vivir y trabajar casi en cualquier parte del mundo, y de este modo satisfacer mi pasión por viajar, y así cumplir deseos en los que jamás había llegado a soñar antes de visitar la India.

Encontrando ‘mi país del alma’

Olga Maria Czarkowski de Dreams in Heels

«Pronto después de mudarme a vivir al extranjero, decidí visitar Turquía. Básicamente, y aunque mi familia y amigos sufrieron cuando tomé esa decisión-especialmente por el hecho de ser una mujer viajando sola-, ese viaje cambió mi vida. Aprendí que no todo lo que oyes o lees en las noticias es siempre cierto y que, a veces, las cosas se exageran por otras razones. Con toda honestidad puedo decir que me sentí segura y feliz en Turquía. Aprendí lo que es la compasión y cómo las personas pueden ser de tanta ayuda y tan hospitalarias y amables, incluso con extraños, y que ¡una simple sonrisa es inmensamente poderosa! Y lo más importante de todo, ¡Google Translate me salvó la vida! No todo el mundo hablaba inglés, pero aún así se mostraron siempre muy amables. Tomé las mismas precauciones que hubiera tomado en cualquier gran ciudad, lo que supongo que, como neoyorquina, ya es algo instintivo. Conecté tan bien y tan profundamente con este país y su gente que casi inmediatamente empecé a referirme a Turquía como ‘mi país del alma’. En principio había planificado una estancia de 10 días pero, después, lo amplié a más de 2 meses. ¡Amo Turquía!

«Viajar sola es un autodescubrimiento, además de un proceso en el que aprendes de los demás, lo cual te hace ser más consciente de lo que sucede a tu alrededor. Es una cuestión de abrazar tus miedos, celebrar los momentos compartidos y apreciar la magia de la gente del país».

Haciendo lo que debes

Lisa Eldridge de Girl About The Globe

«Llegué a Estambul en un autobús nocturno que había tomado en la Cappadocia. Estaba cansada después de haber dormido poco y mal en el autobús turco, así que al llegar me dirigí al baño más cercano.

«Necesitaba una ducha desesperadamente, así que después de lavarme las manos en el peor aseo de la estación de autobuses de Estambul llegué a contemplar la posibilidad de poner incluso los pies en la pica. Después de toda la noche en el autobús necesitaba lavármelos. Entonces fue cuando reconocí a una señora mayor turca junto a mí, con la que había viajado en el autobús. A veces tienes que dar un paso al frente y seguir tu instinto. ‘¡Just do it!’, me dije, y puse el pie en el lavamanos, a la vez que ella hacía lo mismo en el otro lavamanos. Nos miramos la una a la otra, nos señalamos los pies y sonreímos. ¡Qué gran momento!».

Viendo el auténtico Irán

Kamila Napora de Kami & The Rest Of The World

«Irán había sido mi destino de ensueño durante años. Cuando al final fui lo suficientemente valiente como para decidirme a visitar este país tan desconocido, tuve problemas para obtener un visado desde Varsovia, ya que el cónsul me dijo que no me emitiría un visado porque que una mujer viajara sola por Irán no era nada corriente. Al final decidí ir igualmente y obtener el visado al llegar al país, y funcionó.

«Irán fue un destino maravilloso dondeconocí a la gente más hospitalaria del mundo. Durante la mayor parte del tiempo me sentí muy segura y cuidada. De hecho, son tantos que no podría listar todos los encuentros amistosos y todas las invitaciones que recibí de la gente. Una de las historias más memorables tuvo lugar cuando el conductor de un autobús nocturno de Teherán a Shiraz detuvo el autobús cerca de su propia casa en un pequeño pueblecito y me invitó a mí y a otros dos pasajeros a desayunar. Cuando comparé mi experiencia en Irán con las de mis amigos que viajaron en grupo, supe que había tomado la decisión correcta al viajar sola, ya que ello me permitió ver y conocer el Irán más auténtico».

Descubriendo el poder de una sonrisa

Amanda Williams de A Dangerous Business

«Era el año 2012 y estaba en medio de mi primer viaje a Europa, un viaje que hice sola con la mochila a la espalda, y por el cual mis padres se sintieron horrorizados. Un día estaba subiendo a un tren que iba de Split (Croacia) a Ljubljana (Eslovenia) y me sentía un poco nerviosa por el hecho de realizar sola un viaje tan largo. Encontré un asiento libre y empecé a intentar poner la mochila en el guardamochilas del techo del vagón. Una mujer mayor que se estaba sentando unas cuantas filas más atrás se levantó rápidamente y vino a ayudarme mientras utilizó el lenguaje universal de una sonrisa. A continuación se sentó en el asiento delante del mío, donde se mantuvo hasta que bajó del tren. Cuando se levantó para bajar antes de llegar a Zagreb, se giró, puso una de mis manos entre las suyas y simplemente me la apretó.

«Como  viajera solitaria, siempre oyes que la gente de todo el mundo es muy amable. Pero esta fue la primera vez que viví la bondad de una persona desconocida en estado puro. Esa mujer y yo jamás cruzamos una palabra, y aun así entendí que cuidaba de mí. Fue un encuentro que no creo que jamás pueda olvidar».


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