Desplaza

Todos lo hemos hecho. Es algo universal que nos conecta a todos. Sí, a ti también.

Podemos caminar solos, perdidos en nuestros propios pensamientos sobre sitios a los que ir, cosas que hacer, gente a quien contactar, y sin darnos cuenta, nos detenemos y nos quedamos con la mirada fija. El objeto de nuestra mirada podría ser un pedazo de terreno anónimo, descuidado y olvidado. Podría estar cubierto de tierra con sólo unas pocas malas hierbas resistentes, o podría estar llena de basura, tal vez con unos cuantos escombros o un carro abandonado.

Para decir la verdad, es el tipo de sitio por el que pasarías sin darte cuenta de lo que es ni de lo en él hay, o incluso andarías más rápido de lo normal para alejarte cuanto antes. Otras veces, el lugar exige tu atención. Es más, es posible que hasta te preguntes: ¿por qué está tan descuidado? ¿Por qué la gente deja las cosas así? Quién es el propietario de este terreno? ¿Por qué no hay nadie que haga algo al respecto?

Todos nos hemos hecho alguna vez estas preguntas, hemos reflexionado sobre ellas y después hemos continuado nuestro camino sin volver la vista atrás. No obstante, a veces alguien pasa caminando, se detiene y después se hace otra pregunta: ¿por qué no hacer algo para ayudar?

Si alguna vez te has sentido así, entonces es que quizás hayas contemplado la posibilidad de empezar a construir un jardín comunitario. Por eso, te presentamos una lista de pasos sencillos que te pueden ayudar a planificar cómo construir un jardín comunitario, y lo mejor de todo es que es más fácil de lo que estás pensando.

1. El equipo.
No estás solo. Si has notado la existencia de esa porción de terreno abandonado, entonces también lo habrá notado la mayoría de tus vecinos. ¿Por qué no llamas a unas cuantas puertas y preguntas a tus vecinos qué piensan al respecto? O, si prefieres puedes diseñar un folleto, hacer unas fotocopias y llevarlas a sus casas, al menos en las dos o tres calles más cercanas.

2. Punto de encuentro
Organizar una primera reunión es el paso más tangible que deberás dar para poner tu idea en movimiento. Una sala llena de personas conocidas, todas ellas asintiendo con la cabeza mientras tú vas exponiendo tu idea, es justo lo que necesitas para motivarte y poner en marcha el proyecto.

También te quedarás parado cuando te des cuenta de la variedad de personas que te mirarán con otros ojos: el amor por la naturaleza y un intenso deseo de cambiar las cosas es algo que transciende el género, la edad, la nacionalidad, la religión, o cualquier otra de esas etiquetas tan absurdas como sobrevaloradas. Ese jardín comunitario que te has imaginado va a ser un reflejo de tu comunidad.

3. Un equipo campeón.
Ahora, aunque hayas tenido la visión y hayas intentado hacer algo con ese terreno abandonado (¡bravo!, de nuevo), ahora también tienes que reconocer tus propios límites. Este proyecto es mucho más grande que tú y, por ese motivo, en cuanto termine la primera reunión debes crear un comité.

Te sorprenderá ver el nivel de especialización y experiencia de muchos miembros de tu comunidad. Aprovecha esos puntos fuertes y acuerden juntos las tareas que cada uno de deberá llevar a cabo. (Ah!, y recuerda que, sobre todo, la reunión deberá ser divertida). ¡Y es en serio!

4. El poder de la palabra.
¿Recuerdas ese terreno? Olvídate de los vecinos y los comités por un momento y vuelve al comienzo. La manera más fácil de empezar a devolverle la dignidad a esa tierra olvidada es darle un nombre. Niégale a alguien o algo un nombre y caerá en el olvido. Ese no es tu caso. No mientras estés interesado en este proyecto.

Lo más importante, es que tienes muy claro qué debes hacer ahora. Incluso si el terreno no es lo suficientemente grande para colocar una tienda de campaña, dale un nombre y la gente empezará a verlo todo diferente. ¿No nos crees? Pruébalo y te sorprenderás.

5. El ‘Gran Hermano’ te vigila.
El grupo comunitario no debería permanecer en secreto durante demasiado tiempo: el jardín tiene que empezar a ser de la comunidad lo antes posible. Tan pronto como se reúnan, y hayan establecido un primer plan de acción, será el momento de ponerse en contacto con las autoridades, hacer público el proyecto y dejar que todo el mundo se maraville con el nuevo jardín. De verdad, este es un paso importante. También te encontrarás con una larga lista de preguntas que necesitan respuesta. ¿De quién es el solar? ¿Quién es responsable de su mantenimiento? Estas y otras preguntas necesitan una respuesta y las cosas tendrán que hablarse abiertamente.

Este es el momento en que tendrás que vender tu idea y cómo el proyecto beneficiará a toda la comunidad. Es posible que las autoridades se muestren sorprendidas y agradecidas de que alguien tenga interés en embellecer el barrio sin costo alguno. De todos modos, tampoco te desanimes si al principio no se muestran muy receptivos. Es sorprendente ver con qué rapidez unas cuantas entrevistas en periódicos locales y unos cientos de firmas de peticiones pueden hacer cambiar de opinión a las autoridades locales. En el improbable caso de que tus sueños toparan con un muro aparentemente infranqueable, siempre te quedará la posibilidad de pasarte a la jardinería de guerrilla y sus ‘semillas explosivas’.

6. El pan de cada día.
Así pues, ha funcionado. Las autoridades se han inclinado ante la genialidad de tu propuesta y el jardín ya cuenta con aprobación formal. ¡Felicitaciones! Eres el héroe del barrio. Todo el mundo sabe tu nombre, todos los vecinos te invitarán cuando vayas al bar o la cafetería de la zona, y las parejas jóvenes ya piensan en ponerle tu nombre a su primer retoño. Incluso los perros sin collar que se pasean solos por el barrio mueven la cola nada más verte al otro lado de la calle. Pero aquí es cuando empieza el trabajo de verdad.

Todos esos grandes sueños y el entusiasmo compartido de la comunidad deberán ahora centrarse en el trabajo físico que les espera en ese terreno abandonado si quieren convertir ese escenario post-apocalíptico en un hermoso jardín. Pero no te dejes intimidar. Tal y como ha sucedido antes, ahora dispones de un equipo, y siempre inspira ver como mucha gente puede trabajar muy duro cuando ven a otras personas comprometidas con el mismo proyecto que ellos.

La clave es encontrarle a todo el mundo que desee colaborar un rol que quiera asumir. Si una persona es demasiado frágil, entonces pueden ayudar planificando turnos y horas. También pueden asignarse tareas a los niños y a las personas con discapacidades. Si alguien quiere, pero insiste en que no tienen experiencia alguna, entonces dales consejos. Y si todo lo demás falla, siempre pueden ser los encargados de las bebidas o de hacer los pasteles. (Ya sabemos que es un tema recurrente, pero la bebida y la comida no pueden faltar).

7. Volver a los orígenes
Además de movilizar a la mano de obra, ahora que ya tienes permiso para empezar a hacer el jardín, necesitarás decidir qué vas a plantar. Una vez más, el jardín tendrá que reflejar el espíritu de la comunidad. No vas a hacerte con la medalla de oro del espectáculo floral más importante de Europa (el Chelsea Flower Show). Simplemente piensa en qué plantas son las que dibujarán una sonrisa en la cara de las personas que pasen caminando junto al jardín.

¿Te acuerdas de las miradas tristes de decepción de las personas que antes pasaban caminando por allí? Pues ahora tu objetivo es totalmente lo contrario. Ah, sobre todo, no te olvides de las fresas. Igual que las pastas o las galletas, las fresas también serán esenciales. Imagínate a los hijos de tus vecinos saboreando alegremente las fresas del nuevo jardín y rápidamente verás que estas frutas son imprescindibles.

8. Más verde que el verde
Una de las cuestiones que no deberías pasar por alto es el medioambiente. Después de todo, has convertido un rincón descuidado y abandonado en algo maravilloso. ¿No tendría más sentido ahora continuar haciendo las cosas bien y practicar la jardinería orgánica? En vez de llenar el terreno de fertilizantes químicos para crear una imagen forzada e innatural de la naturaleza, este jardín podría ser tan verde que incluso podrías acabar donando parte de su sobreproducción de alimentos orgánicos a personas necesitadas o de la tercera edad. Después de todo, no estás solo embelleciendo el lugar, sino ayudando un poco a la naturaleza.

9. La comunidad en general
Al crear un jardín comunitario sostenible también estás llegando a una mayor comunidad de aves, abejas, mariposas, gusanos y otras pequeñas criaturas que ya no ves tan seguido como antes. Haz de ello el pilar central de tu plan y piensa en hoteles para insectos, ‘rincones silvestres’ y otras estrategias que fomenten las visitas de los beneficiosos miembros naturales de la comunidad en general a tu nuevo jardín.

10. Lleno de vida
Ahora ha llegado el momento de celebrar tus éxitos. Los extraños han pasado a ser vecinos y, por último se han convertido en amigos, y así tu sueño de jardín comunitario se ha transformado en uno de los ejes sociales del barrio. Asegúrate de que continúe siéndolo y, para ello, organiza un calendario de eventos y encuentros. Debería haber espacio y tiempo para el ocio, de modo que las personas puedan continuar compartiendo la belleza del jardín y vivirlo como una comunidad. El jardín continuará creciendo, del mismo modo que también lo harán las nuevas amistades alrededor de la comunidad.

Artículo de James Lee-Tullis 


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