Desplaza

El Día de San Valentín es uno de los más concurridos para la mayoría de restaurantes, pero hay un refrán entre expertos que dice que el 14 de febrero «los profesionales se quedan en casa»; es decir, que optar por una cena íntima en tu propio hogar es la mejor manera de gozar de la mejor compañía. ¿No tienes claro cómo? Nosotros tenemos todo lo que necesitas para planear el festín romántico perfecto para dos.

El lugar perfecto

Lo ideal es que la velada romántica en el hogar tenga lugar en la habitación donde os sintáis más cómodos, posiblemente la cocina, donde además podrás preparar y planificar la velada con mayor facilidad. Si eso no es posible, considera el hogar de tu pareja, o incluso la casa de un amigo. Lo importante es poder estar solos y tener la menor cantidad de distracciones posibles. Escoge una hora cuando tus compañeros de apartamento, familiares o amigos no estén en casa y busca una niñera para que cuide a los pequeños. Igualmente, no tengas miedo de ser creativo y no demasiado tradicional. ¿Quizá un picnic en el parque sea más tu estilo? ¿O qué tal una velada romántica en la terraza del edificio en el que vives?

Ajusta el tono

Como el romance, al fin y al cabo, es un estado de ánimo, te recomendamos que prepares el escenario creando un ambiente cómodo y relajado. La iluminación deberá ser suave y solo moderadamente baja (nadie desea cenar en la oscuridad), por lo que las velas serán una muy buena opción (¡sin perfumes, para que no compitan con el olor de tu deliciosa cocina!). La música deberá estar baja y ser lenta, y no olvides relajarte con la música. Toma una copa de vino y termina de prepararte antes de que llegue tu cita: ir ajetreado arriba y abajo no es muy romántico que se diga.

Decide el menú

Una cena de tres platos compuesta de sopa o ensalada, segundo plato y postre es más que suficiente, salvo que te sientas cómodo con un menú más largo y elaborado. Escoge vuestra comida favorita, algo que sabeis seguro que ambos disfrutaréis, y mezcla adecuadamente lo elegante con lo sencillo, o al menos familiar. Recuerda, este no es el momento adecuado de ponerse a experimentar con nuevas recetas. No obstante, si tienes en mente algo más complejo y arriesgado, practica antes con un amigo para asegurarte de que todo va a salir bien y vas a poder servir los platos sin demasiados problemas.

Inspírate

¿Necesitas ideas sobre qué preparar? Reduce la lista de posibilidades a tus comidas favoritas. ¿Italiana? ¿Mariscos? ¿Bistec con patatas? Busca recetas que incluyan ingredientes y técnicas con las que estés familiarizado, a fin de limitar las sorpresas en la cocina, y recuerda que no tiene que ser complicado para ser lujoso y delicioso. Una ensalada clásica de guarnición es de todo menos infalible, como sucede con este esgañosamente sencillo postre de frambuesas. Para hacer las cosas fáciles de verdad, ¡podrías cocinar el segundo plato en una olla a presión!

No te quedes con sed

El vino es la elección tradicional, y aunque por norma general suele ser blanco para el pollo o el marisco y tinto para la carne, existe un gran número de opciones muy diversas. Lo mejor será pedir recomendación a tu tienda local de vinos una vez que hayas decido el menú. ¿O te apetece algo completamente diferente? El champán es romántico y combina bien con muchos aperitivos y postres, o incluso puedes optar por un cóctel de firma como Red Sangritas o Romeo & Julieta.

La presentación

A la hora de poner la mesa, usa una vajilla, si la tienes, pero tampoco te preocupes mucho si el juego no es del todo perfecto. Una mezcla ecléctica puede funcionar bien si combina con el tema de la velada y mantienes la sencillez de los patrones y estampados. Mucho blanco evoca elegancia y exhibe la comida a la perfección, y si además le añades un mantel mejorarás el espacio todavía más. Incluye una pieza central sencilla, como unas flores y/o unas velas bajas, algo que os permita hablar sin dejar de veros la cara en todo momento, y contempla también la posibilidad de crear una copia decorativa de tu menú para completar el escenario de la velada.

Prepárate para lo peor

¡No cabe duda alguna de que nada va a salir mal! No obstante, estar preparado por si algo falla no está de más. Así que en caso de que lo peor se haga realidad y tu preparadísima cena se convierta en inservible, ten un plan B alternativo. No tiene por qué ser complicado ni muy sofisticado. Ten a mano una lasagna congelada y unas cervezas en la nevera, un menú de comida para llevar de uno de tus restaurantes favoritos (asegurándote antes de que ofrecen el servicio a domicilio la noche de San Valentín), o bien instálate una app de comida a domicilio. A continuación sacúdete a risas el desastre en la cocina presentándolo como un esfuerzo lleno de buenas intenciones y, sobre todo, como una experiencia memorable.

Relájate y diviértete

Planificar una cena íntima cocinada en casa para alguien especial el Día de San Valentín puede producirte mucha ansiedad y estrés antes de que puedas llegar a tenerlo todo controlado. Por eso recomendamos que no te obsesiones demasiado en que todo tenga que ser perfecto. La cuestión es divertirse y gozar de una velada romántica juntos, lo cual es perfectamente posible incluso con unas chuletas de cerdo un poco resecas o con un vino que no sea ni mucho menos lo que esperabas. E incluso si pasa lo peor que podía pasar, y acabas poniendo en práctica el plan B -¡o ni eso!-, piensa que en última instancia de verdad, lo importante era la compañía. Deja que tu auténtica y encantadora personalidad brille de verdad, y verás cómo tu cita estará contenta de haber venido. XOXO


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